Verde desde las bases[1]
Elinor Ostrom[2].
Mucho se está hablando de la cumbre Rio + 20 de las Naciones
Unidas. Muchos lo están vendiendo como el Plan A para el planeta tierra y
quieren que los líderes mundiales concerten en un solo acuerdo internacional
que proteja el medio ambiente y prevenga una crisis humanitaria a escala
global.
La inacción en Rio pudiese ser desastrosa, pero un único
acuerdo internacional sería un grave error. No podemos recaer en ninguna
política global para resolver los problemas de manejo de nuestros recursos
comunes: los océanos, la atmósfera, los bosques, los ríos, y la rica diversidad
de vida que combinada crea las condiciones correctas para la vida, la cual
incluye a 7 mil millones de humanos.
Nunca hemos tenido que lidiar con problemas de la escala que
los que la globalizada e interconectada sociedad de hoy tiene que enfrentar.
Nadie sabe si funcionará, pero si es importante construir un sistema que pueda
evolucionar y adaptarse rápidamente.

La buena noticia es que este tipo de políticas públicas
están actualmente funcionando orgánicamente. Frente a la ausencia de
legislación nacional e internacional efectiva para reducir la emisión de gases
de invernadero, una cantidad creciente de líderes locales están actuando para
proteger a sus ciudadanos y sus economías.
Esto no es sorprendente, y debería ser promovido.
La mayoría de ciudades se localizan en costas, valles o
deltas vulnerables, poniendo a las ciudades en la línea delantera de los
crecientes niveles de inundación que se aproximan las próximas décadas. La
adaptación es una necesidad. Pero, siendo las ciudades responsables por el 70%
de las emisiones de gases invernadero, la mitigación es mejor.
Cuando se trata de enfrentar el cambio climático, los
Estados Unidos no han producido ningún mandato federal que requiera o siquiera
promueva la reducción de emisiones. Sin embargo, hacia mayo del año pasado, 30
estados norteamericanos han creado sus propios planes ambientales, con más de
900 ciudades estadounidenses habiendo firmado el acuerdo de protección
climática americano.
Esta diversidad desde las bases de producción de políticas
verdes tiene sentido económico. “Ciudades Sostenibles” atraen gente educada y
creativa que quiere vivir en un ambiente urbano libre de polución que le calce
a su estilo de vida. Allí es donde reside el crecimiento futuro. Así como los
teléfonos se recambian cuando la gente ve los beneficios, las personas
descartarán modelos viejos a la velocidad de un flash.
Por supuesto, la verdadera sostenibilidad va más allá del
control de polución. Planificadores urbanos deben ver más allá de los límites
municipales y analizar las corrientes de recursos – energía, comida, agua y
gente- que entran y salen de las ciudades.
Mundialmente estamos observando una colección heterogénea de
ciudades interactuando de forma que puede tener influencias muy fuertes en como
el planeta entero evoluciona. Estas ciudades están aprendiendo unas de otras,
construyendo sobre buenas ideas y descartando las malas. A la ciudad de Los Ángeles
le tomó décadas implementar un control de polución, pero otras ciudades, como
Beijing, se convirtieron rápido y vieron los beneficios. En las próximas
décadas, tal vez veamos un sistema
global de ciudades sostenibles emergiendo. Si es triunfante, todos querrán
unirse al club.
Fundamentalmente, este es el camino correcto para manejar el
cambio y el peligro de sistemas complejos interconectados, y por manejar
recursos comunes – aún cuando todavía tiene que reducir el inexorable
incremento de emisiones de gas invernadero.

El objetivo debe ser lograr que la sostenibilidad en el ADN
de nuestra sociedad interconectada globalmente. El tiempo es el recurso natural
con el que menos contamos, razón por la cual la cumbre de Rio debe galvanizar
al mundo. Lo que necesitamos son objetivos universales de desarrollo sostenible
en temas como energía, seguridad alimentaria, sanidad, planeamiento urbano y erradicación
de la pobreza mientras se reduce la desigualdad dentro de los límites del
planeta.
Como una estrategia para enfrentar los problemas del mundo,
los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas han logrado
cosas que otras iniciativas no pudieron conseguir. Aún cuando no todos los
objetivos sean logrados para el 2015, podemos aprender mucho de esa
experiencia.
Definiendo objetivos puede convertirse en inercia, pero
todos deben tener algo que decir cuando se establecen: países, estados,
ciudades, organizaciones, empresas y gente de todos lados. El triunfo se
logrará con muchas políticas superpuestas para lograr los objetivos.
Tenemos una década para actuar antes que los costos
económicos de las actuales soluciones viables sean muy altos. Si no hay acción
corremos riesgos catastróficos y tal vez irreversibles a nuestro planeta.
Nuestro objetivo primario debe ser lograr responsabilidad
planetaria para este peligro en vez de dejarle el peligro al bienestar de las
futuras generaciones.
[1]
Traducido por Luis Zaldívar en exclusivo para la Red Ojo Izquierdo. Original en http://www.project-syndicate.org/contributor/elinor-ostrom
[2] Premio
nobel en Economía. Este fue su última publicación , falleció el 12 de junio de
2012.