
Tenemos a los principales líderes de la oposición en la mira de las investigaciones. Como se mencionó la semana pasada en la Comisión de Fiscalización del Congreso de la República, se está poniendo en el ojo de la tormenta a todos los presidenciables. Es decir, estamos en un contexto en el que a la clase política se le está desprestigiando. Todo indica que hay una maniobra para desprestigiar a la clase política, satanizar a los políticos y la política. De pronto existen tres señales claras que induce el análisis de que estamos ante un escenario similar, previo al cierre del Congreso tal como ocurrió en 1992:
1. La actitud poca concertadora del Presidente, su gabinete de ministros y bancada parlamentaria con la oposición: Lejos de ello, se han dedicado a actuar cual palomilla de salón, llenando de epítetos y diatribas a quienes no son parte de esa camarilla adulona de la pareja presidencial. Recordemos que el año pasado el Congreso, bajo la presidencia de Abugattas, intentó llevar adelante reformas constitucionales, en la que necesitan más de 89 votos (imprescriptibilidad de los delitos por corrupción, entre otros), y ni siquiera habían intentado llegar a un consenso para lograrlo, el resultado fue más que obvio, ni sus circunstanciales aliados apoyaron sus propuestas. Lo que queda claro es crear la idea de que los “políticos tradicionales” no apoyan la lucha contra la corrupción y son nocivos para el sistema político.

2. La indisposición de miembros del Partido de Gobierno en contra del Ministerio Público: En el mes de abril, luego de que el Ministerio Público iniciara una investigación preliminar a Daniel Abugattas, por irregularidades en su gestión como Presidente del Congreso. La respuesta del legislador nacionalista no se hizo esperar y apuntó al Partido Aprista Peruano. Su frase más elocuente fue “La Fiscalía debe ser fumigada”, en clara alusión a un supuesto copamiento del Ministerio Público por el APRA. Recordemos que el gran pretexto que tuvo Fujimori para intervenir el Poder Judicial y el Ministerio Público fue ese mismo copamiento que denunciara Abugattas.

De pronto a alguien se le ocurrió que el sistema político está podrido y que lo mejor es recurrir al populismo de organizar fiestas en donde se regale artefactos eléctricos, en donde una persona que no fue elegida ni nombrada para ejercer la función pública aparezca a diario en los medios de comunicación, con un silencio cómplice del Presidente de la República, sus Ministros y sus Congresistas, usando fondos públicos de la manera más descarada. Pero ello no es suficiente para un procurador sicario como Arbizú para investigar ni un ápice.
Tenemos el escenario servido para que se repita la historia de un golpe de estado, y si la ciudadanía no vigila sus instituciones democráticas y las defiende, estamos condenados a repetir los errores del pasado. Recuerden que esta es una democracia que nos costó construirla, defenderla, y muchas veces recuperarla.
Ricardo Yturbe López
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