El tercer pleno del 18 Comité Central del
Partido Comunista Chino realizado en noviembre del año pasado
lanzó el paquete
de reformas más ambicioso de lo que va del extraordinario proceso del gigante
asiático
.
El objetivo principal de estas reformas es el transformar al país de una
economía basada en la manufactura y la exportación a una basada en los
servicios, tránsito similar al que se ha dado en Europa y Estados Unidos en las
últimas décadas. Para el Partido Comunista Chino, la clave está en ser
conscientes que el país todavía está muy lejos de llegar al anhelado
socialismo, y para llegar a éste deben profundizar el rol del mercado en la
locación de recursos, encontrando el balance entre mercado y Estado para
optimizar el funcionamiento de ambos. Todo ello, afirman, será realizado para
el año 2020, una meta ambiciosa y audaz.
Entre las reformas presentadas destacan los
sistemas de propiedad intelectual, el desarrollo de asociaciones
público-privadas, incrementar la eficiencia
de las empresas públicas, especificar con mayor rigor los límites de la
propiedad privada y la propiedad pública, asegurar la igualdad de derechos y
oportunidades en el sector privado, perfeccionar los mecanismos de promoción
empresarial, establecer mercados de construcción planificados, enfatizar la
reforma en ciencia y tecnología, una amplia reforma fiscal progresiva que
promueva la igualdad, y –tal vez más
importante- el establecimiento de nuevas zonas de libre comercio y acelerar la
construcción de nuevas. Al mismo, tiempo, se plantea una progresiva
democratización en la forma de consultas populares y plebiscitos conjuntamente
con una reforma judicial que elimine la
corrupción. Cabe preguntarse, sin embargo, si lograrán tal cantidad de reformas
en tan solo 6 años.

Sin embargo este paquete de reformas nos lleva
a pensar sobre como los modelos de desarrollo se están integrando cada vez más
en el tiempo, alejándonos cada vez más de los extremos. De hecho, con un simple
juego de palabras podríamos afirmar que la mayoría de países occidentales
tienen básicamente los mismos objetivos que China, dado que el famoso consenso
de Washington ha quedado en el pasado y las utopías socialistas cayeron cuando
el propio Partido Comunista Chino viró hacia la liberalización del mercado como
única forma de lograr el objetivo del bienestar a largo plazo. Al final, las
principal lección de las reformas chinas no es ideológica sino práctica:
mientras todos podemos tener los mismos objetivos, los Chinos hacen mucho más para
concretarlos y planificarlos de forma eficiente.
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