A lo largo de las ocupaciones del territorio andino cerca a ríos y quebradas siempre han existido temporales que son acompañados de huaycos. Muchos asentamientos de diferentes momentos prehispánicos han quedado bajo densas capas aluviónicas, por ejemplo se puede observar algunas quebradas del valle medio del Chillón o el valle medio de Mala.
Hacia alrededor de 1400 d. C. (Intermedio tardío) muchos asentamientos desde la cuenca hasta la desembocadura de los valles se ubicaron estratégicamente en áreas altas y espolones retirados de las zonas de impacto de temporales y huaycos que también permitía optimizar el uso de tierras fértiles además de una eventual ventaja militar en un contexto de agudos conflictos sociales.
Las sociedades prehispánicas aprendieron y se acostumbraron al fenómeno del niño en sus diferentes intensidades y supieron sobrellevarlo al fragor de efectivas e inmediatas acciones mancomunadas para mitigar los daños en caminos, canales y sistemas hidráulicos, curar la tierra (en el caso de las chacras que fueron levemente impactadas) y sanear toda infraestructura posible.
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