Hemos notado que hay cierta sensibilidad a criticar el legado de Hugo Chavez pasado tan poco tiempo de su fallecimiento. Sin embargo, creemos que hacerlo desapasionadamente y sin rencores es un hecho político que no tiene porque ser visto negativamente. La Red Ojo Izquierdo se solidariza con el pueblo venezolano, y es por eso que queremos que haya una discusión balanceada y clara del proceso venezolano para poder obtener conclusiones concretas y no discursos al aire.
Hugo Vallenas
Luis Zaldívar
Hernán Hurtado
Medalie Reyes
Billy Morales
Así
lo digo y condeno a los ricos”.
Abril
2005, Presidente Hugo Chávez.
Reunión
con empresarios venezolanos.
El
Presidente venezolano Hugo Chávez Frías, fallecido a los 58 años el pasado 5 de
marzo, se sobrepuso al doloroso avance del cáncer para cumplir la anhelada meta
de una cuarta reelección. En las elecciones presidenciales del 7 de octubre del
2012 venció con el 54% de los votos a su oponente, el liberal Henrique Capriles.
Fue, sin duda, un ejemplo de tenacidad admirable. Sin embargo, fue también una
decisión perjudicial para su país, sabiendo el propio Chávez la gravedad de su
enfermedad y su inminente deceso.
Chávez el “rey de
la baraja”
Recordemos
que Chávez ha sido el líder de una “revolución bolivariana” más pragmática que
teórica y centrada excesivamente en su autoridad personal. No hay una doctrina
coherente ni un programa básico de gobierno que los chavistas puedan emplear
para proseguir la obra del caudillo. Sólo hay gestos, enunciados de antipatía o
simpatía hacia personas e instituciones y sobre todo, decisiones sorpresivas.
Chávez, con perdón de quienes lo adoran, ha sido como el “rey de la baraja” del
librito de Alan García sobre el conquistador Pizarro: daba señales distintas
sobre sus intenciones para que nadie pueda adivinar sus decisiones políticas.
Por
lo tanto, ha resultado perjudicial para Venezuela que, ante el final inminente,
Chávez no optara por ser el gran estadista de la reconciliación nacional sino
el azuzador del resentimiento social. Su voluntad postrera fue designar como su
delfín a un político tosco y gris como Nicolás Maduro e invocar a que después
de su muerte el pueblo “cierre filas” y siga su directiva de “unidad, batalla,
victoria” por sus confusos ideales. Casi un llamado a la guerra civil. Por
supuesto, el señor Maduro está siguiendo las “órdenes supremas” de su fallecido
“comandante” al pie de la letra. El 45% del país que no votó por Chávez vive un
clima de temor ante una inminente dictadura.
Otro legado importante del Presidente Chávez, menos
conocido, es la Ley de Presupuesto 2013, que dispone un incremento del gasto
fiscal de 33% respecto al año anterior, cuando lo urgente es moderar dicho
gasto.
Mencionemos que la tasa de crecimiento anual de
Venezuela, que el año 2012 fue del 5,5% del Producto Interno Bruto (PIB), se
basa fundamentalmente en la rentabilidad de la exportación petrolera y en la
aplicación de esta rentabilidad mediante el rol gestor y comprador del Estado.
Sobre todo a través de los Programas de Desarrollo Social y las llamadas
Misiones, como la Gran Misión Vivienda, que el año 2012 entregó a bajo costo 260
mil viviendas de una meta bienal de 400 mil. No hay actividad privada
importante que pueda desarrollarse al margen de estos grandes proyectos.
Obtener (o perder) un contrato de provisión de bienes y servicios con el Estado
puede decidir la vida (o la muerte) de una o varias empresas privadas. Pues
bien, el Presupuesto 2013, de 396 mil millones de bolívares (92 mil millones de
dólares), tiene un déficit fiscal de apertura de 40 mil millones de dólares,
equivalente al 16% del PIB ¿Cuál es el origen de este déficit? Que el gobierno bolivariano
primero decide qué obras sociales necesita por razones políticas y después se
pone a planear de dónde vendrán los fondos.
Dependencia extractivista
Según el economista
venezolano Juan Fernández, evadir el problema de la dependencia extractivista venezolana equivale a querer tapar el sol
con un dedo. Afirma que el país vive una situación económica de extrema
fragilidad, “en la cual el Estado se condena a un alto nivel de gastos para
satisfacer su clientela política y para importar lo que ya no se produce en el
país”, mientras “sus ingresos se reducen por la falta de producción interna
incluso en el área petrolera”[2].
Según J. Fernández,
el déficit del gasto fiscal podría cubrirse con la venta de 1 millón 400 mil
barriles diarios de petróleo al precio promedio internacional durante 10 meses.
Sin embargo, de la producción petrolera venezolana, de 2 millones y medio de
barriles diarios, cerca de 700 mil barriles diarios se destinan al uso
nacional, 400 mil barriles diarios están comprometidos al gobierno chino (que
los paga adelantados) y 300 mil barriles diarios van a Cuba y otros países que
reciben combustible en forma solidaria. De los 2 millones y medio de barriles
diarios, sólo queda 1 millón de barriles por día para una exportación realmente
rentable.
Fernández agrega
que el gobierno maneja los ingresos por exportaciones petroleras cotizando el
crudo en un precio promedio anual de 55 dólares el barril, siendo en realidad
de 104 dólares. Engañándose a sí mismo, el Estado dispone de la diferencia de
precios aplicando una Ley de Ganancias Súbitas en favor del gobierno central, aumentando
sus ingresos para gastos corrientes. Otra forma de incremento de la liquidez
fiscal es el endeudamiento interno con la emisión de bonos. Según la agencia
consultora Ecoanalítica, un recurso frecuente es la emisión inorgánica de
moneda. Dentro de este círculo vicioso, se va incrementando una crisis
financiera apenas contenida por estas maniobras de gestión, que sólo son
posibles por el control que ejerce el partido oficialista en el Congreso y en
todos los poderes del Estado.
El gran clivaje: expropiar o no expropiar
En octubre de 2012, durante las últimas elecciones,
James Petras, un analista internacional favorable a Chávez, entrevistado por el
periodista venezolano Efraín Chury Iribarne, declaró que la principal tensión o
clivaje de la “revolución
bolivariana” era que “la burguesía en general no ha sido tocada, e
incluso ha tenido cierta prosperidad” lo cual se traduce en que “el 80% de los
bancos están en manos privadas […] la gran mayoría de los servicios privados
están en manos de la derecha; un gran sector de latifundistas y dueños de
plantaciones […] y el sector manufacturero siguen en manos privadas”. Agrega
Petras, temerariamente, que “la derecha tiene una fuerza institucional que le
permite colaborar con el imperialismo”[3].
En este caso, “la derecha” son todos aquellos sectores sociales contrarios al
caudillismo autoritario del fallecido Presidente. El 45% de la población
venezolana no está formado por banqueros ni terratenientes.
Lo que Petras quiso
decir es que el modelo “bolivariano” chavista sólo puede avanzar hacia sus
objetivos de reducción paternalista de la pobreza si impone un severo control
estatal de las finanzas y del comercio exterior. Es decir, si impone por
completo el modelo cubano que tanto admira. La liquidez y la rentabilidad que
necesita, está en manos del sector privado. Mientras no de ese temible paso,
que sería ampliamente rechazado en todo el continente, el modelo seguirá
deteriorándose. Hoy en día, ese 45% de octubre 2012 que no aceptó el
“socialismo del siglo XXI” y hoy teme un brusco giro dictatorial va creciendo
en forma contundente.
Líder internacional sin brújula
El “socialismo
bolivariano” del Presidente Chávez es un producto del azar criollo del país
venezolano. No es un modelo político de exportación. Tampoco ha sido exitoso.
Según el investigador Giuseppe de Corso, en los últimos 14 años Venezuela tuvo
una fuga de capitales del orden de los 140 mil millones de dólares y la
reducción de la pobreza, entre los años 2005 y 2011, fue más costosa y mucho
menor que en Perú y Uruguay. En Venezuela se redujo de 43,7% a 31,9%, mientras
en el Perú se redujo de 55,6% a 27,8% y en Uruguay de 29,2% a 13,7%[4]. Y
sobre la calidad de vida sigue vigente el comentario que sobre la realidad del
modelo publicaran IDEA y Transparencia el 2007: “El gasto público se mantiene
en aumento desde 1999. Sin embargo, la generación de empleos de calidad sigue
siendo el punto débil. […] las condiciones de vida de la población no se
corresponden con las posibilidades redistributivas producto de la economía del
petróleo”[5].
A nivel de América Latina el “socialismo
bolivariano” agrupó a un conjunto de gobiernos descontentos con las políticas
hemisféricas de las grandes potencias pero sin compartir estrategias. El
decrépito comunismo cubano y el actual régimen brasileño, así como los
liderazgos ecuatoriano y boliviano tienen más diferencias que similitudes. Y a
nivel internacional, el fallecido Presidente se hizo portavoz de la
“multilateralidad” y la “globalización con rostro humano”, buscando
coincidencias nunca logradas con los países en desarrollo de Asia y África, que
siempre desconfiaron de su vínculo con Cuba y sus episódicas malas juntas con
personajes como Muammar Gaddafi de Libia, Mahmoud Ahmadinejad de Irán y Bachar
Al-Assad de Siria.
América latina necesita gobernabilidad y democracia
institucional, desarrollo sostenible y promoción del talento empresarial y la
cultura. Y si es así, ¿puede esto lograrse con caudillismos paternalistas que
creen saberlo todo y tener el derecho a disponer de todo con la única finalidad
de obtener el fácil aplauso y la sumisión de algunos incondicionales,
amedrentando a opositores y críticos? Ojalá Venezuela cambie pronto esta página
de su historia que acaba de concluir.
[5] Vanessa
Cartaya y Claudia Giménez: “Sistemas de partidos y desarrollo. El caso de
Venezuela”. En: La política y la pobreza
en los países andinos. International IDEA-Asociación Civil Transparencia,
Lima, 2007, pp. 437-438.
¿Desapasionadamente y sin rencores? Burlarte y vilipendiar a Hugo Chávez, sólo pone en evidencia la miseria de tu espíritu.
ResponderEliminarEn este escrito, lo único que tratas de hacer es descargar todo tu odio contra un ser humano excepcional, amando y llorado a mares por su propio pueblo. No tengo dudas que no soportas ver el amor que la gran mayoría del pueblo venezolano tiene por Hugo Chávez.
Escribas lo que escribas, nunca lograrás hacerle ni un rasguño a inmensa figura. Muérete de envidia, porque jamás lograrás llegarle ni a la planta de sus pies.
Para ti también ¡¡¡Chávez vive!!! Gracias por honrarlo.