Pienso que hay un
primer resultado que nos deja el tema de la revocatoria: la evidencia de que el
término “caviar” no es un adjetivo insultante, sino la palabra que designa (como
ya ocurre en muchos países) una manera altiva de hacer política, designa la
soberbia de creerse dueños de la verdad y la virtud, de hablar de lo social (y
parir una vasta bibliografía, en la que se citan y se elogian entre ellos
mismos) pero sin conocer lo social (sí, “los nuevos ricos”), es la hipocresía,
el racismo, la intolerancia (con una
dosis de incapacidad) encubiertas de buenas intenciones.
Un segundo resultado, y que rompe un
mito de la academia caviar, es que la
supuesta crisis de partidos no existe, o no bajo los términos en que han estado
definiéndola, sobre todo en lo que concierne al APRA. Los últimos
acontecimientos, las alianzas, los apoyos demuestran todo lo contrario. Los
partidos se han erigido en actores importantes en esta coyuntura que han
trazado y delimitado el escenario político. Y los partidos que se han reunido
alrededor de la alcalde Susana Villarán
(PPC, Perú Posible y ahora Alianza por el Cambio), por su grado de impacto con
lo popular, bien podrían situarse en la derecha política, junto al histórico
conglomerado de izquierdas no representativas, elitistas y barnizados en ideas
europeas. Mientras que los partidos agrupados alrededor del SÍ (el APRA,
Solidaridad Nacional y el Fujimorismo) tienen un impacto importante en lo
popular, a excepción de Solidaridad Nacional, con lo que podría señalarse una
reubicación del Apra en la izquierda popular (la chola, la mestiza, categorías
explicativas y no fenotípicas), mientras que el Fujimorismo no tendría una
tradición de izquierda pero sí una raigambre clientelista-popular.
Un tercer resultado, a
manera de enseñanza, es que queda demostrado que la política es un quehacer en
el que prima el cálculo, no exento de principios, pero sí un cálculo que tenga
como espacio la realidad y no el laboratorio libresco preñado de análisis de laboratorio pedantes. Sí,
ese espacio de la realidad en el que circulan los ciudadanos nuevos ricos, los
emprendedores, los ciudadanos de los conos, de los asentamientos, ese capital
social que los caviares estudian solo en los libros y paporretean luego su
indigesta sociológica. Por otro lado, la política es el quehacer (incluso el
arte) de sacudir el sentimiento, la vena íntima del alma humana, pero esto los
caviares no lo pueden hacer, acusan una esterilidad sensitiva; tal vez algún
literato o poeta de la gentita debe
de una vez por todas decírselos, pero parece que los caviares gustan más,
cuando quieren “entender” lo social, de adentrarse en el mundo arguediano pero
en realidad el indio les apesta.
Todo parece indicar que el SÍ
ganará porque Susana ha perdido legitimidad, no obstante la millonaria campaña
del argentino-brasileño-¿?, Favre. El SÍ
se impondrá porque cuenta con raigambre popular, además de mostrarlo una fuerte
tendencia, no obstante los sesudos esfuerzos de la otra parte.
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