Por Franco Germaná Inga
Parlamentario Andino Universitario USIL.
@FrancoGermana
|
Juan está casado y tiene 2 hijos. Él y
su esposa, como padres responsables que son, deben ir a trabajar para
mantenerlos, solventar los gastos de su familia y de ser posible procurar
darles una oportunidad de progreso a sus hijos.
Sin embargo, últimamente se ha dado
cuenta que cada vez que sale a la calle, corre el riesgo de ser asaltado en un
paradero, en una combi, en un taxi o más recientemente, se ha enterado que
incluso puede ser tirado desde lo alto de un puente.
Juan, como es natural después de las
largas horas de trabajo a las que se somete igual que su esposa, desea salir a
comer en la calle un fin de semana con su familia.
Sin embargo, poco a poco se da cuenta
que ya no es extraordinario que en las noticias se informe sobre un asalto en
un restaurante, sino que se ha convertido en la regla. Entonces, él tiene miedo
de salir y progresivamente va prefiriendo quedarse más tiempo en su casa.
Sin embargo, reflexionando un poco
siente que ni siquiera está seguro en su casa porque a pesar que no posea
grandes riquezas, ladrones pueden ingresar a la intimidad de su hogar para
robarle lo que con tanto esfuerzo consiguió.
No obstante, a pesar de estas
preocupaciones, la vida sigue y debe mandar a sus hijos al colegio para que
éstos puedan tener la educación necesaria para poder progresar.
Sin embargo, se da cuenta que cada vez
es más frecuente escuchar que bandas de extorsionadores lancen granadas de
guerra a los colegios, cual campo de batalla, para amedrentar a sus directores
para que paguen cupos; y para colmo, se da cuenta que la educación que reciben
sus hijos probablemente no sea tan buena como él hubiera deseado y que incluso el
colegio de sus hijos no se termina de construir porque algún gobernante licitó,
sus chibilines de por medio, la construcción del mismo a una empresa inexperta
o incluso fantasma.
Juan está harto y asqueado, él ya tuvo
suficiente de esto. Simplemente se cansó de convivir con los problemas del país
cuando él lo único que quiere es vivir.
Vivir con miedo no es natural. Vivir
sabiendo que tus hijos tendrán una de las peores educaciones de América es
frustrante. Vivir mirando que buena parte de tus políticos se roban tu dinero
es indignante.
Impotencia. Impotencia. Impotencia. Para
muchos peruanos esta es ya una realidad, para un sector lo es en algunos
aspectos y para otros lo será… sí tú joven algún día también serás padre y
ojalá no pases por esto.
El problema en el Perú es que hay muchos
“sin embargos” negativos que nos amenazan, y lo más sorprendente es que sí
estamos conscientes de ello, solo que la vorágine de la vida nos consume y
distrae en temas banales.
Sin embargo, no podemos perder de vista
que el Perú, inclusive desde antes de su independencia, en algún momento de su
pasado, siempre tuvo un pueblo pujante, un pueblo que pudo construir
civilizaciones magníficas, un pueblo que se hizo potencia en la región.
Es verdad. Quizás ahora ya no seamos una
potencia pero sí creo que somos un país con potencial.
Peruano, peruana, has estado durmiendo
por mucho tiempo, pero ha llegado ya el momento de despertar porque en el
momento en que dejemos de manifestarnos contra la injusticia, perderemos
nuestra humanidad, mantenerse indignados e incansables es un deber que tenemos
con nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario