Los límites de los
ataques contra el APRA
Luis Zaldívar
Va
pasando el tiempo y la incapacidad de mostrar resultados en dos años de
gobierno ha provocado una torpe pero persistente campaña distractora
contra el gobierno 2006-2011 que ha servido también para forjar una férrea
alianza entre viejos conocidos: los militares que se están regocijando de un
mayor presupuesto sin fiscalización, la izquierda caviar típicamente
gobiernista, la derecha que cree poder controlar a Humala indefinidamente, los
burócratas toledistas buscando desesperadamente copar más ministerios y algunos
sindicatos a sueldo como la CGTP.
Sin
embargo, hay razones suficientes para pensar que repetir el libreto de
persecución fujimorista no logrará sus objetivos.
Se
creó una comisión investigadora en el congreso que en año y medio no tenía nada
que presentar en su informe, por lo cual la alianza gobiernista le amplió el
plazo 120 días más[1].
En la desesperación, y al no poder recomendar una acusación penal –lo que en
cualquier país sería muestra clara que no hay delito- han decidido recomendar
una acusación constitucional por usar los decretos de urgencia que aprobó el
congreso y que hasta hoy usa el gobierno. La misma estrategia ha sido usada
para perseguir a otros personajes del gobierno aprista, utilizando al operador
oficialista en la procaduría anticorrupción [2] para pedir una absurda
detención contra Aurelio Pastor que ha sido rápidamente desestimada por el
poder judicial [3].
Las mismas invenciones persecutorias se vienen usando para los responsables del
programa Agua para Todos, en donde la mayor acusación oficialista es que los
que ganaron un contrato eran apristas. ¿Desde cuando ser aprista es un delito? ¿Por
qué no pueden demostrar que haya dinero mal habido?
Las bases apristas se han activado con vehemencia |
Estos intentos por
neutralizar al APRA han tenido el efecto contrario: colocar al partido de
Alfonso Ugarte a la cabeza de la oposición. En las últimas semanas, en donde el
ataque oficialista ha sido más obvio, Alan García se ha convertido sin lugar a
dudas en el principal escollo para la cantada candidatura de Nadine Heredia y
el APRA ha vuelto a la ofensiva con las banderas que mejor le convienen:
defensa de la democracia contra el chavismo y ejecución de obras sin abandonar
la libertad. Cuanto más ataque Ollanta Humala al aprismo, la comparación con el
gobierno pasado y sus logros se hará cada vez más odiosa.
Ollanta Humala tiene
que saber que en democracia no se pueden ocultar las cosas así no más, y el
obsceno gasto en espionaje que se está haciendo desde el servicio de
inteligencia [4]
sólo certifica que la estrategia de atacar al APRA por parte del gobierno sólo
está logrando poner a la débil y desnutrida alianza gobiernista muy pero muy
nerviosa.
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