José Bulnes
La crítica y autocrítica es
el arma marxista-leninista del maoísmo, con esta arma logran deshacerse del mal
estilo y hacerse y conservar el buen estilo; es decir, la autocrítica profunda procura
al grupo maoísta hacer revisión de sus tácticas y de sus principios. Esto
implica una asimilación profunda de la disciplina partidaria. Preguntémonos si
la izquierda caviar practica este método de cohesión política e ideológica. La
respuesta es no. Entonces, cabe formular la pregunta, ¿por qué estúpidamente el
otrora comunista ferviente Tapia pretende plantear una discusión “ideológica”
al MOVADEF (a todas luces el brazo político de Sendero Luminoso)? Más aún,
llama a que los estudiantes universitarios discutan el tema del MOVADEF, y que
planteen una lucha-discusión académica e ideológica.
Semejante propuesta no
ocasiona sino risa y una complacencia ante tamaña ingenuidad. Una discusión ideológica refiere poner en
cuestionamiento, o en paréntesis, algunos, si no todos, principios que
determinan la conducta política individual y colectiva de una agrupación o
partido. Ante este cuestionamiento, se procura la propuesta alternativa que
obedece a la revisión de esos principios. Preguntémonos si la izquierda caviar
podría proponer una propuesta alternativa que abarque a todos los sectores, y
no a sus favoritos intelectualones clasemedieros. La respuesta es no. Al mismo
tiempo, la confrontación ideológica a un partido (Sendero Luminoso y su ala
táctica el MOVADEF), requeriría la contraposición de otro partido, igual de
cohesionado y con un ideario. Preguntémonos si la izquierda, en su sentido más
lato, lo tiene. La respuesta es no. Por otro lado, la confrontación ideológica
implicaría desenterrar tesis como la de “que no toda contradicción implica
antagonismos”, y sopesar su importancia en un contexto en el que hablar de pro
soviéticos y pro pekineses sería traer a la luz tesis que la irreverencia y
poserío de los intelectuales difícilmente prestarían atención porque les pesa
su indolencia. Preguntémonos si la izquierda tiene entre sus, ¿cuadros?, a
alguien que pueda discursear sobre estos temas. La respuesta es no. Pero, ¿por
qué la izquierda no podría todas estas cosas? Porque no han practicado la
disciplina que se requiere para cohesionar un partido, su desintegración en un
sin número de organismos así lo demuestra. Porque en su mórbida división no han
logrado hilvanar una propuesta viable, despercudida de ingenuidades, su papel
al lado del actual gobierno así lo demuestra. Y porque no son un partido, sino
un espectro, un mosaico de tendencias de todos los gustos y de facciones
mezquinas. O en todo caso, ¿por qué la alusión a la izquierda (caviar)? Por la
sencilla razón de que en el medio académico han monopolizado la oficialidad de
lo que se dice en las ciencias sociales y porque cualquiera que se haya cruzado
con alguno de éstos percibe que creen tener la última respuesta a los
conflictos sociales que aquejan a nuestro país.
Por otro lado, no basta con
soltar la generalidad de que “todos somos responsables de que re-surja esta
facción llamada MOVADEF”, o de que la débil institucionalidad del país y su
precaria democracia han hecho posible los extremismos, o, peor aún, porque aún
el Perú profundo no ha sido reivindicado. Todo esto no está ausente de cierta
verdad. Pero, como toda generalidad, no indica a los responsables. El informe
de la CVR, con sus sesgos políticos, llama “conflicto interno” a lo que fue una
masacre terrorista. La no verdadera inclusión de todos los peruanos, sino solo
de aquellos que los organismos, y ahora como política de este gobierno,
consideran como vulnerables, victimizados; cuando la inclusión o es amplia o
solo recrea una nueva marginación.
Es risible que los medios
indiquen que los integrantes jóvenes del MOVADEF no tienen idea de lo que
ocurrió en los ochenta. Olvidan que no tiene sentido tener noticia de lo que
aconteció, salvo que se retroceda el tiempo. Lo que importa aquí es la interpretación que se haga de lo
que aconteció. Y lo que cuenta para los que integran el MOVADEF es precisamente
la interpretación que se hace de los hechos históricos. Solo que, para un
tiempo desideologizado como el nuestro, más universidades (particulares sobre
todo) que quieren entender la realidad peruana leyendo a Honneth o a Amartya
Zen, no entienden que esta
interpretación se hace, además, vinculándolo con una lectura ideológica; es
decir, MOVADEF tiene impacto en los jóvenes y la esfera pública, porque conecta
la lectura de la historia y la actualidad con la ideología, añadiéndole la
puesta en práctica de su crítica y autocrítica. Sí tienen clara noción de lo
que ocurrió. Pero interpretan la muerte o el asesinato de manera muy otra a la
que entendería un consecuente demócrata. Decir que no tienen idea de lo que
ocurrió, es ser muy ingenuo.
Ante esto, ¿quién podría
contrarrestar esta presencia del MOVADEF? Conviene decir que no se trata de
pertrechar a una organización de tal modo que salga a un ring ideológico. No. De
lo que se trata es de corregir, primero, una actitud demasiado misericorde con
los terroristas, desde las ONG’s, las universidades, medios de comunicación,
intelectuales, etc. Al mismo tiempo, es de vital
importancia renovar el movimiento estudiantil bajo verdaderos principios
democráticos y de justicia social, vinculándolo al movimiento popular, rural y
urbano con planteamientos constructivos en defensa de sus necesidades. No basta
con el diálogo, de lo que se trata es de políticas concretas, construir un
nuevo liderazgo social que ayude a crear economía de bienestar en los diversos
departamentos. Para ello hay que dejar de ver en el cerro al Apu, y ver más
bien un capital que explotar en forma mancomunada.
Los apristas no
tenemos ningún problema en discutir ideológicamente con el MOVADEF. A
diferencia de los rábanos nos apoya toda una tradición, pero el problema va más
allá de discutir con una secta terrorista, que declara la guerra en un contexto
democrático. Nuestro horizonte es el de forjar un país con justicia
social, y no solo enunciarlo como gustan los caviares. Apuntamos a un país que
llegue a su bicentenario con una integración real, una integración con nivel
económico, y no una integración que reivindique la parcela de los ancestros de
una etnia. Esa es nuestra tarea. Los extremistas, acaso, existirán siempre,
pero de momento existen porque los que han bregado por la inclusión social, la
han aplicado pero solo para sus allegados: los caviares.
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