Julio César Tello Rojas (1880- 1947) ¡debería estar en algún billete! |
Mi día del Arqueólogo y la culpa de Tello.
Por Hernán I. Hurtado
El 11 de abril se celebra el
nacimiento del huarochirano Julio César Tello Rojas (1880- 1947) y por su
emérita trayectoria en pro de la arqueología andina celebramos su cumpleaños
como el "día del arqueólogo peruano".
Se ha dicho mucho sobre Tello e
incluso no dejan de aparecer publicaciones póstumas del nutrido Archivo Tello que es producto del
hábito boasiano (César Astuhuamán: 2006) de recopilar y
acumular información hasta el último de sus días.
No pretendo explicar
racionalmente porque me incliné por esta profesión, sólo quiero salpicar y atar
emociones en torno a mi aventurada y temprana decisión de ser arqueólogo.
Cuando uno se zambulle en los abruptos
pasajes de la historia entiende que esta no es lineal ni rígida, sino que se
comporta como el mismo hombre en proporción a la historia de la humanidad, es
decir, es flexible y antojadiza, ilógica y muchas veces irracional y caprichosa,
que por más que sucedan circunstancias parecidas nada vuelve a ser igual. Por
esto le echo la culpa a mi abuelo y a Julio César Tello, quien fue mi cómplice y
compañero de las silenciosas huidas al viejo museo de Pueblo Libre y la maldita
pasión por preocuparme por pueblos aparentemente “muertos” pero a la vez anchos
de enigmática vida.
Esta imagen se me viene a la mente cuando hablan de Tello. Este es el busto que yace en el Museo de Pueblo Libre que a la vez es tu tumba vigilante. Es único |
En el verano del 93 me matricularon
en un curso de collage en el viejo Museo de Antropología, Arqueología e
Historia y reconozco que soy torpe para los quehaceres plásticos. La entrada
era por la puerta lateral, la de jirón San Martín (la puerta que usamos para la
biblioteca), y el taller era al costado de los gabinetes de textiles y
cerámica, y me gustaba recorrer con
inocente discreción esos tétricos espacios que escondían cajas y cajas de algún
tesoro antiguo -¡Pensaba en momias, maldiciones y cofres de monedas de oro!-.
Cuando se percataban de mi presencia huía al patio cerca de la cafetería y al
fragor de mi prisa me saludaba con solemnidad el busto de Julio César Tello -con el tiempo me enteraría que ahí fue enterrado-.
Apenas se distraía el vigilante del pasadizo, entre el patio y el museo, aprovechaba
en escabullirme a las tenebrosas y oscuras salas que exponían desde
lo más antiguo hasta la historia de la república. Creo que en esos momentos
decidí involucrarme con aquellos objetos que significaban o simbolizaban un
pueblo que ocupó esta geografía muchísimo antes que mis contemporáneos y hasta
me atreví a pensar que podía ser descendiente de aquellos antiguos peruanos y
con mayor responsabilidad debería conocerlos mejor.
Apasionante narración de un recuerdo vivido que te llevo a ser lo que eres: un peruano que no solo nos devela la historia sino que sigue construyendo historia!! Si estas en Lima me gustaria invitarte a que compartas tu experiencia con mis alumnos del primer ciclo de estudios generales a los que les imparto el curso de Realidad Nacional asi les comentas sobre nuestro pasado que sigue influyendo en nuestro presente marcando la ruta de nuestro futuro...
ResponderEliminarEn la tierra de los Moche te espero para que sigas nutriéndote con esa pasión y sabiduría de nuestros antepasados que todavía en algunos Distritos se mantienen vivas las costumbres y poder intercambiar opiniones e ideas un abrazo muy fraterno de esta Tierra Mística de los Moche.
ResponderEliminarPD: "Sopa Teóloga" nació en la Tierra Mística de los Moche.
Gracias Pocho Montero Costilla y este sábado les caemos a Moche y desde luego que repetiremos la exquisita y exótica Sopa Teóloga
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