Pensamiento libre sin ideología es como coito asistido

sábado, 30 de abril de 2011

El Aprismo y Junio del 2011

Enrique Valderrama Peña
Sec. Gral. CUA-PUCP / Director Grupo “Convicción”




El Aprismo se ha enfrentado en innumerables ocasiones a situaciones adversas, sus líderes y militantes han sufrido asesinato, destierro, persecución, el Partido se ha encontrado fuera de la ley y proscrito por más de 20 años, hemos además encarado un ataque sistemático en la última década del siglo pasado de parte del autoritarismo que intentaba destruir el sistema democrático y las libertades y además amenazado en el otro frente por las hordas asesinas del MRTA y de Sendero Luminoso, organizaciones de filosofía sangrienta y totalitaria.

El resultado de todas estas coyunturas no ha sido otro más que el del triunfo final de la organización fundada por Haya de la Torre, Luis Alberto Sánchez, Manuel Seoane, Antenor Orrego etc, que vivió esa reivindicación con la votación más alta (35.5%) del país en el año 1978 y la Presidencia de la Asamblea Constituyente para Víctor Raúl, luego, años más tarde en 1985 el sufrimiento y la espera se vieron coronadas con el triunfo del Partido del Pueblo en las urnas. Así mismo a pesar de toda la campaña negativa en la que se enfrascaron los adversarios políticos no pudieron impedir la victoria una vez más de Alan García y el APRA en los comicios del 2006.

Por todo ello se puede manifestar con firmeza que ante las grandes crisis el Partido de la fe y la fraternidad con todos los peruanos sabe ponerse de pie, luchar y salir airoso; es en estos momentos que su espíritu jovial y sus militantes muestran lo mejor de sí y logran mediante la fortaleza de la ideología y el espíritu del servicio reencontrar el camino del favor popular y del triunfo electoral.

Es por ello que esta coyuntura en la que no hemos obtenido más que cuatro escaños es sólo una dificultad más en nuestra larga lista de adversidades vencidas y a la que derrotaremos plenamente fortaleciendo nuestras bases y regresando a nuestro cariz de Partido Escuela, de esa manera estaremos viendo la victoria pronto y acercándonos día a día un poco más a nuestro ideal de la sociedad de Pan con Libertad.

El proceso electoral de cara al cambio de mando presidencial de Julio 2011 ha traído para el país un panorama de incertidumbre y de reticencias con las opciones que han quedado finalmente para el balotaje. Decidir y depositar la confianza en alguno de los dos candidatos quienes esmeran esfuerzos en mostrarse políticamente correctos no escatimando en moderaciones , a pesar de las radicalidades previas, y compromisos generan en la mitad del electorado un clima de insatisfacción y de escepticismo.
Estamos en medio además, sea cual fuese el resultado de una creciente polarización del país, con un congreso que tendrá que llegar a escépticos consensos para evitar abusos de autoridad, en ese sentido la falta de parlamentarios con experiencia jugará un factor que puede resultar nocivo para el país. La Gobernabilidad puede escasear y la sociedad civil tiene la primera tarea de manifestar su voz constantemente.

El Partido aprista como organización con raíces profundas en la historia nacional contemporánea, comprometido con la tarea histórica de forjar una unidad nacional férrea y fraterna, con miles de mártires a cuestas y décadas de experiencia acumulada debe mostrar una actitud de madurez y un sincero análisis organizativo y de nuestras propias fuerzas en el momento actual y las posibilidades reales de una poco conveniente uniformización de criterios de arriba hacia abajo.

La crisis institucional que vivimos penetra profundamente en todas los estamentos partidarios, desde nuestros nexos con las organizaciones sindicales, populares, hasta nuestra presencia en las universidades; el Partido parece contraerse más y se ensimisma de una manera alarmante perdiendo conexión con la sociedad. Por si esto fuera poco nuestra consistencia para afrontar el debate ideológico en el promedio ha decaído ostensiblemente.

El primer deber en la perspectiva histórica del Partido del Pueblo es ser garante de la soberanía del pueblo, trabajando incansablemente por la defensa y el perfeccionamiento de la democracia entendiendo este concepto de manera amplia y participativa, con igualdad de oportunidades y buscando siempre del bien común y la inserción de todos los ciudadanos en las dinámicas económicas y políticas del país.

Pan con Libertad resume todo aquello pues es la conjugación perfecta de los derechos políticos y sociales en una democracia pensada como proclive constantemente a aceptar más libertades y expresar su solidaridad con las luchas por estos mismos principios en otras latitudes con especial mención de nuestro querido continente.

El punto básico de encuentro de estos principios y su motor es el Partido entendido como Taller y como Escuela y su máxima expresión semántica en el diccionario de la Democracia Social es “La Acción”. Debemos reconocer que no existen en estos momentos, salvo algunos espacios aislados y espontáneos, centros impulsados desde el mismo Partido dedicados a la capacitación de cuadros, tanto en el tema ideológico como en el aspecto programático, ni tampoco espacios culturales atrayentes para los militantes y peruanos en general.

El APRA no posee en estos momentos acción y manifiestos concretos a nivel de política nacional e internacional, nuestras banderas programáticas de Partido como propuestas para el país del siglo XXI no son manejadas por las bases. Tenemos una reivindicación histórica y mundial tan evidente hacia nuestras tesis que es dejada de lado y no discutida y aprendida por los militantes para defender nuestra consistencia ideológica , levantar nuestros ánimos y consolidar nuestro orgullo mellado en los últimos tiempos.

Carecemos además de publicaciones que se erijan como crisol de voluntades en aras de la difusión de ideas , del debate y las expresiones académicas, sociales y artísticas. Debemos también reconocer que muchas veces los jóvenes que se integran al Partido terminan absorbidos por las redes clientelares o la molicie política. Todo esto nos hace débiles ahora, pero el reconocimiento del problema es el primer paso para facilitar la revolución interna, ineludible si queremos volver por la senda por la que transitamos hace algunos años y la que nos signa nuestras fortalezas detalladas al inicio.

Por ello se debe tomar con mucho cuidado la posición que elijamos manifestar al pueblo peruano y a la militancia en general. No podemos caer en el error de pensar que hay que elegir a lo más cercano y hacer propaganda por ella. Ninguna de las dos opciones son cercanas, ni próximas, ni mucho menos afines a los principios fundamentales que nos inspiran y alimentan nuestro espíritu revolucionario constructivo.

Siendo la opción capitaneada por Ollanta Humala ajena a nosotros por su iniciativa estatista, sus vínculos con intereses extranjeros cuestionables, su silencio respecto a denunciar los regímenes dictatoriales del continente, su evidente tendencia al populismo que va orientado a la consolidación de un amplio margen de popularidad para la convocatoria a una Asamblea Constituyente que sea manejada en un viejo esquema bastante conocido y que se remonta en nuestro país hasta Leguía y que se pasea por el continente teniendo en Hugo Chávez como ejemplo contemporáneo más “célebre”.

El equipo de Gana Perú tiene además en sus filas a viejos políticos reclutados de la tradición marxista radical, propensos a alentar la polarización del país, con un gen implantado de rechazo al mismo concepto de mercancía, que hace que objeten la misma dinámica económica y el concepto de capital, el cual en nuestra concepción no es negativo, sino una realidad con la que hay que aprender a tratar y a llegar a acuerdos en favor de la modernización del país y la facilidad para atraer tecnología a nuestra patria. Sus retrocesos respecto a su plan de gobierno original sólo evidencian que el tema pasa por la captura del poder sin reparos ni límites; además de ello hay que tomar nota de la reivindicación genuflexa que hacen de la dictadura del General Velasco, régimen que conculcó libertades y quebró al país.

Evidentemente la alternativa comandada por Keiko Fujimori es también ajena a nosotros, ya que la reivindicación al gobierno de su padre encierra además el cómplice silencio a la campaña de demolición de la Democracia, de los Partidos políticos y mostrando en su equipo una evidente soberbia al no dar señales de arrepentimiento o contrición por el autogolpe del 5 de Abril de 1992, amparándose en el pragmático argumento de “a circunstancias excepcionales, medidas excepcionales” , ¿qué nos garantiza que en el próximo quinquenio no se presenten en el juicio de este grupo una nueva situación “excepcional”?. Esta candidatura sólo ofrece al país como alternativa para el desarrollo nacional un populismo feroz; existe además el irrefutable argumento de la impunidad que bordea esta opción, la posibilidad de retomar los nexos con cierto sector burócrata y militar corrupto, el peligro latente además de que cercene los principios éticos del país al indultar a su padre y se rodee del equipo con el que Vladimiro Montesinos atentó contra las instituciones democráticas del Perú.

Entonces si analizamos las propuestas, el pasado y los gestos recientes de ambos grupos nada nos garantiza en ninguno de los dos escenarios que se respete el Estado de Derecho, que existan amplias libertades de expresión ni que se siga en la senda del progreso y el desarrollo nacional.

El Aprismo puesto por nosotros mismos entre dos fuegos debe optar por prepararse desde estas semanas previas a la elección en su rol de fiscalizador tenaz de ambas candidaturas criticando sus puntos débiles y sus evidentes contradicciones y además dejando en libertad a sus militantes de elegir la opción que consideren de manera individual la menos lesiva a los principios democráticos.

Esto le dará al Partido mayor autoridad para reclamar ante los posibles excesos que cometan algunos de los dos equipos que finalmente se impongan en la justa electoral del 10 de Junio. Comprometerse con alguno representaría una adhesión a una incertidumbre a la que no podemos darnos el lujo de apostar.
Hemos escuchado además voces que reclaman elegir y manifestar públicamente una posición e exigir disciplinadamente el voto. Esta opción es incorrecta en principio por todos los puntos débiles que arrastramos y de los que hemos hecho mención líneas arriba. La experiencia histórica nos demuestras además que nunca el APRA ha hecho campaña por ninguna opción que no sea la aprista, si votamos masivamente por Eguiguren en 1936 y por Prado en 1956 fue porque garantizaban el retorno a la legalidad de los movimientos proscritos y por la reimplantación de la Democracia en el país. No se puede hacer de excepciones históricas generadas por la irrupción del orden constitucional una regla.

Lo que venga después será a partir de un proceso de sinceramiento y reordenamiento interno recuperar nuestra presencia en todos los sectores de la sociedad y garantizar que el orden democrático no se vea interrumpido y que la corrupción no empiece una nueva campaña de desprestigio a la política que profundice la apatía que campea actualmente en el día a día de la población con especial incidencia en la juventud.
El panorama exige alerta total y sobre todo exige un Partido Aprista relanzado y claro en sus conceptos, que vuelva a aglutinar las esperanzas y las inquietudes de la vanguardia nacional, tenemos los lineamientos ideológicos y el legado histórico para hacerlo, sólo hace falta reorientar nuestros esfuerzos para modernizar y construir un programa atractivo para todos los peruanos, además de lograr la tan ansiada unidad interna y empezar a trabajar mirando y pensando en el Perú y la Patria Grande y su desarrollo en pos de la Justicia social y no pensando sólo en los escaños y en el mapa electoral cada 4 ó 5 años.

Jóvenes de corazón de toda edad A LA ACCIÓN!

Fraternalmente.
Enrique Valderrama Peña

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