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miércoles, 10 de abril de 2013

Mi día del Arqueólogo y la culpa de Tello. Por Hernán I. Hurtado

Julio César Tello Rojas (1880- 1947)
¡debería estar en algún billete!

Mi día del Arqueólogo y la culpa de Tello.
Por Hernán I. Hurtado


Cumple de Julio C. Tello y día del arqueólogo peruano. Saludos y buena vibra.

El 11 de abril se celebra el nacimiento del huarochirano Julio César Tello Rojas (1880- 1947) y por su emérita trayectoria en pro de la arqueología andina celebramos su cumpleaños como el  "día del arqueólogo peruano".

Se ha dicho mucho sobre Tello e incluso no dejan de aparecer publicaciones póstumas del nutrido Archivo Tello que es producto del hábito boasiano (César Astuhuamán: 2006) de recopilar y acumular información hasta el último de sus días.

No pretendo explicar racionalmente porque me incliné por esta profesión, sólo quiero salpicar y atar emociones en torno a mi aventurada y temprana decisión de ser arqueólogo. Cuando uno se zambulle en  los abruptos pasajes de la historia entiende que esta no es lineal ni rígida, sino que se comporta como el mismo hombre en proporción a la historia de la humanidad, es decir, es flexible y antojadiza, ilógica y muchas veces irracional y caprichosa, que por más que sucedan circunstancias parecidas nada vuelve a ser igual. Por esto le echo la culpa a mi abuelo y a Julio César Tello, quien fue mi cómplice y compañero de las silenciosas huidas al viejo museo de Pueblo Libre y la maldita pasión por preocuparme por pueblos aparentemente “muertos” pero a la vez anchos de enigmática vida.

Esta imagen se me viene a la mente
cuando hablan de Tello. Este es el busto
que yace en el Museo de Pueblo Libre
que a la vez es tu tumba vigilante.
Es único
Recuerdo cuando era niño de 4 años y mi abuelo paterno (médico de profesión) me comentaba con emoción y terquedad que no era posible bañarse dos veces en un mismo río y que la vida es como un río que discurre y he ahí el aporte del señor Heráclito, además que le hubiera gustado ser arqueólogo –yo decía: ¿qué cosas para difíciles?- y me comentaba de una rara enfermedad que tuvieron los antiguos peruanos que fue investigada por un médico que le gustaba la arqueología. Me hablaba con tal emoción de un tal Julio César Tello y solo atinaba a escucharlo con filial atención. En realidad me parecía fascinante y entretenido, aunque no entendía por completo como un doctor pudo saber quiénes eran más antiguos y porque todo, aparentemente, se resumía a cerámicas, huesos, telas y demás cosas raras y seductoras. No creo que su intención fuese en sugestionarme para que sea arqueólogo, sino para que sea médico y a la vez interesado por la historia. Sin embargo las grandes dosis de historia, la repetida narración del sabio Julio César Tello, las alucinantes películas de Indiana Jones, el vivir tan cerca de museos y la suerte de viajar por el país y poder recorrer muchos sitios arqueológicos.

En el verano del 93 me matricularon en un curso de collage en el viejo Museo de Antropología, Arqueología e Historia y reconozco que soy torpe para los quehaceres plásticos. La entrada era por la puerta lateral, la de jirón San Martín (la puerta que usamos para la biblioteca), y el taller era al costado de los gabinetes de textiles y cerámica, y  me gustaba recorrer con inocente discreción esos tétricos espacios que escondían cajas y cajas de algún tesoro antiguo -¡Pensaba en momias, maldiciones y cofres de monedas de oro!-. Cuando se percataban de mi presencia huía al patio cerca de la cafetería y al fragor de mi prisa me saludaba con solemnidad el busto de Julio César Tello -con el tiempo me enteraría que ahí fue enterrado-. Apenas se distraía el vigilante del pasadizo, entre el patio y el museo, aprovechaba en escabullirme a  las  tenebrosas y oscuras salas que exponían desde lo más antiguo hasta la historia de la república. Creo que en esos momentos decidí involucrarme con aquellos objetos que significaban o simbolizaban un pueblo que ocupó esta geografía muchísimo antes que mis contemporáneos y hasta me atreví a pensar que podía ser descendiente de aquellos antiguos peruanos y con mayor responsabilidad debería conocerlos mejor.

3 comentarios:

  1. Apasionante narración de un recuerdo vivido que te llevo a ser lo que eres: un peruano que no solo nos devela la historia sino que sigue construyendo historia!! Si estas en Lima me gustaria invitarte a que compartas tu experiencia con mis alumnos del primer ciclo de estudios generales a los que les imparto el curso de Realidad Nacional asi les comentas sobre nuestro pasado que sigue influyendo en nuestro presente marcando la ruta de nuestro futuro...

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  2. Pocho Montero Costilla11 de abril de 2012, 9:11

    En la tierra de los Moche te espero para que sigas nutriéndote con esa pasión y sabiduría de nuestros antepasados que todavía en algunos Distritos se mantienen vivas las costumbres y poder intercambiar opiniones e ideas un abrazo muy fraterno de esta Tierra Mística de los Moche.

    PD: "Sopa Teóloga" nació en la Tierra Mística de los Moche.

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  3. Gracias Pocho Montero Costilla y este sábado les caemos a Moche y desde luego que repetiremos la exquisita y exótica Sopa Teóloga

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