El inicio
de la segunda presidencia de Barack Obama estuvo marcada por el discurso más
social que se le haya escuchado a un presidente norteamericano en las últimas décadas,
incluyendo una amplia plataforma de reivindicaciones a las minorías en el marco
del éxito que ha tenido la intervención estatal en la reactivación de la
economía estadounidense. En ese sentido, la promesa que más resaltó fue la
reforma migratoria, afirmando que el sueño americano no podrá estar completo
hasta que los migrantes sean asimilados eficientemente al mercado de trabajo
americano. Tan sólo cinco meses después, el Senado controlado por los demócratas
logró pasar la ley reforma migratoria, pero la Cámara de Representantes –
controlada por el Partido Republicano- se ha mostrado reacia a aprobar la ley.
La ley
aprobada por el Senado tiene tres aspectos centrales[1].
El primero es permitir a los ilegales registrarse a un programa provisional que
les otorgue un estatus legal con el cual no podrían ser deportados. Sin
embargo, un segundo aspecto es un programa de seguridad que cerraría prácticamente
toda la frontera para evitar más migración masiva. Para balancear la ecuación,
la reforma incluye un programa de desarrollo laboral con énfasis en los niños y
jóvenes migrantes para incluirlos dentro de la masa laboral calificada. Sin
embargo, a pesar de los 14 senadores republicanos que apoyaron la ley, la mayoría
republicana de la Cámara de Representantes se encuentra dividida y una vez más tomada
por asalto por el la facción conservadora que es elegida prometiendo
deportaciones y “mano dura” a sus bases.
Mientras
tanto, este miércoles, el embajador estadounidense en México anunció un futuro programa
para trabajadores temporales mexicanos en el cual se le da un camino de legalidad
a los migrantes a cambio de pagar impuestos, aprender inglés y verificar sus
antecedentes penales[2],
pero todavía no hay fechas concretas. Este anuncio vino luego de una movilización
nacional de activistas por la reforma migratoria que ha incluído ayunos y gran
cobertura mediática para la aprobación de la reforma[3].
Los
republicanos están remando contra la corriente. En las últimas elecciones, un
71% de latinos votó por Obama, y para el 2016 los propios líderes conservadores
ven imposible una victoria si es que no revierten la percepción de desinterés
por los latinos que han ganado[4],
la cual empeorará con su reciente decisión de bloquear cualquierr intento de
aplicarla en el presupuesto 2015[5].
En suma, la reforma migratoria aparece como una ley indispensable para la consolidación de la democracia norteamericana, pero es posible que la minoría republicana - evidentemente anti immigrantes- todavía logre un tiempo más detener una de las reformas más importantes para el país norteamericano.
[1] http://www.immigrationpolicy.org/special-reports/guide-s744-understanding-2013-senate-immigration-bill
[2] http://www.sexenio.com.mx/articulo.php?id=45605
[3] http://www.elnuevoherald.com/2014/04/09/1722207/eeuu-piden-ley-migracion-tras.html
[4] http://politicalticker.blogs.cnn.com/2014/04/01/rand-paul-gop-needs-to-get-beyond-deportation/comment-page-1/
[5] http://www.huffingtonpost.com/2014/04/02/republicans-immigration-budget_n_5079223.html
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