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lunes, 10 de octubre de 2011

Solucionética - ¿Mocha Dignidad? Por Luis Zaldívar


La denuncia del lunes 10 contra la ministra Aída García Naranjo en Peru 21 revelando un escandaloso robo en las bien conocidas mafias del vaso de leche –las cuales, dicho sea de paso, siempre han sido defendidas por Mocha, la alcaldesa Lady Vaga, y sus amigotas caviares– es el punto máximo de una serie de complicaciones que se iniciaron con un mal reflejo político luego de la muerte de niños en Cajamarca hace dos semanas. Considerando que la denuncia fiscal es del 2004, y que los hechos son de principios de los 90´s, queda claro que en verdad hay algo más que “malas intenciones políticas” como ha dicho en su defensa la ministra.

En rápida respuesta, La República  ha colocado en su defensa una cronología del juicio donde se deja entredicho que la ministra ha sido declarada inocente –mejor dicho, sin responsabilidad administrativa directa– pero jueces malignos de ultratumba han querido reabrir el proceso. Lo más interesante, sin embargo, es constatar que la ministra ha pedido la prescripción del proceso; ¿No se supone que esos mecanismos legales eran recursos de los corruptos? ¿Culpa del “viejo Estado”? ¿La culpa del APRA?

Pero nada mejor que las declaraciones del congresista oficialista Freddy Otárola argumentando que “no habría democracia si es que primero no escuchamos al imputado”. ¿Perdón? ¿Qué cosa? ¿Y cuándo su partido ha escuchado el descargo de alguien? De la misma manera, la ministra está siendo citada a las audiencias en el poder judicial pero no asiste, de manera similar al ex presidente Alan García. ¿Tendremos el titular correspondiente en los diarios oficialistas denunciando que Mocha “no da la cara” y “no se pone a derecho”?  

Parece que estamos siendo testigos de una verdadera “Gran Transformación”, pero de estándares morales.


La estadía de Mocha García Naranjo como ministra nos habla de muchas cosas en nuestra fauna política. Nos habla a gritos del rol de los medios en decidir qué es noticia; nos recuerda lo diferente que es ser acusador y ser acusado; nos mantiene al tanto de lo importante que es tener un jefe de logística del PRONAA luego de que expulsaran al anterior por vendettas políticas; nos devuelve a la memoria que a pesar de lo que dicen algunos oenegeros, sí hay mucha gente en el Perú profundo que se alimenta gracias a nuestros impuestos. Con este último escándalo, también se revela una vez más que el vaso de leche que fundó Barrantes es ahora una mafia organizada donde muchos dirigentes políticos de medio pelo, tanto rojos como rosaditos, hacen su faenón de cada día como rutina.

Como siempre, la pelota está en la cancha de Humala. Después de todo, eran ellos los que pedían mensualmente renuncia al cargo de todos los ministros del gobierno pasado ¿o ya no recuerdan? Ojalá que con esto recuperen, si alguna vez la tuvieron, la sensatez.

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