El internacionalista
norteamericano Joseph Nye, en su afán de aportar a que Estados Unidos siga
manteniendo su supremacía frente al resto de países, dividió el poder de su país en dos. Un poder
duro, basado en su fuerza militar y poder económico, es decir, su poder
material. Y un poder blando, basado en su capacidad para organizar la agenda
política desde la influencia de su cultura, por tal, su poder inmaterial.
Llegando a la conclusión de que en la actualidad, si bien el poder duro sigue
siendo fundamental, es el buen uso del poder blando el que permitirá a dicho
país seguir manteniendo su supremacía.
Por ello, y debido a que llegó a
mis manos una encuesta nacional que realizó el Instituto de Opinión Pública de
la Pontificia Universidad Católica del Perú entre la primera y segunda vuelta
electoral de la pasada elección, en torno a las percepciones que la gente tiene
sobre el Apra, es que intentaré hacer el mismo ejercicio para poder determinar
cuál es el poder real del Apra, pues las últimas elecciones generales, si bien
en términos de resultados electorales han sido desastrosas para dicho partido,
deben de servir para hacer un análisis frío que nos permita saber cuál es el
veredero poder del partido político más antiguo del Perú.
Una de las preguntas de dicha encuesta
se refiere a la simpatía que tienen los ciudadanos por las distintas
organizaciones políticas, en la que el 5,5% de encuestados dice simpatizar con
el Apra. A simple vista, la cifra es desalentadora, pero si analizamos el
contexto en que se dio, nos damos cuenta que no es tan cierto, debido a que el
Apra al no presentar candidato presidencial no fue parte del juego político que
se desarrollaba en el momento de la encuesta. Por ello, se podría decir que ese
5,5% representa al aprismo militante, al núcleo duro que a pesar de que el Apra
no participe de la contienda electoral, le guarda fidelidad.
En otra pregunta se hace
referencia a la probabilidad de la gente a votar por el Apra, en lo concerniente
al ámbito congresal y ejecutivo (provincial y regional), en la que haciendo un
redondeo de los dos ámbitos, tenemos que el 16,5% probablemente votaría por éste.
Tenemos entonces en esta cifra al voto potencial del Apra, que no se considera
aprista, pero que lo ve como una alternativa y no tiene reparos en brindarle su
voto, lo que consideraremos como poder blando.
Si sumamos ambas cifras, tenemos
un 22% que es más o menos la votación que el Apra obtuvo en la primera vuelta
de las elecciones presidenciales del 2001 y del 2006. En ambas oportunidades,
la suma de su poder duro y blando lo llevó a la segunda vuelta electoral.
Entonces, al igual que lo que dice Nye sobre Estados Unidos, tenemos que para
el Apra es el buen uso de su poder blando lo que le permitirá nuevamente
acceder al poder y así ratificarse como el partido más poderoso del Perú.
Dicho poder blando lo
encontraremos entonces fuera del los locales del Apra, representado en primer
lugar en la cultura familiar aprista, en la que un miembro militante del partido
termina por hacer de su hogar una pequeña embajada aprista, muy alejada de la
organización partidaria, pero siempre dispuesta a darle su voto. De igual
manera sucede en el resto de espacios, en el centro de estudios, en el barrio o
en el lugar de trabajo.
Cabe resaltar, que ese poder
blando fue representado por todo el movimiento cultural que representó el Apra
cuando emergió, no por gusto el primer secretario general del Partido fue un
poeta, al igual como lo fueron muchos dirigentes apristas en provincias.
Además, figuras como Luis Alberto Sánchez siempre funcionaron como un imán muy
por encima de la organización partidaria y algunas veces con más arraigo que ella
misma.
Por eso, es importante que para
poder enfrentar los retos del siglo XXI, el Apra trabaje con mayor esmero ese
poder blando, pues actualmente, debido al avance tecnológico y a la
democratización de la información, cada vez es más difícil encontrar militantes.
Ahora, cada uno es su propio partido y su único militante a la vez.
Por último, el 30% de encuestados
afirma que el Apra es un partido que debería renovarse totalmente y jubilar a
la mayoría de sus líderes históricos. Si leemos con atención dicha cifra, puede
representar la suma de un poder duro, organizado y que trabaje de la mano junto
con el poder blando, lo que se podría traducir en que el poder duro sea una
herramienta que permita al poder blando actuar lo mejor posible, es decir que
el Apra vuelva a ser una herramienta para la sociedad y no la sociedad una
herramienta para el Apra.
Jaicec Espinosa
http://jaicec.blogspot.com
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