Pensamiento libre sin ideología es como coito asistido

sábado, 5 de octubre de 2013

En aquí. Por Hernán Hurtado

En aquí
Hernán Hurtado

Por razones contractuales no puedo revelar información considerada de confidencialidad para el proyecto. Por tanto, compartiré impresiones y marinajes ‘subjetivos’ adecuada y accidentalmente cruzados.

Empecemos. Entre aguajales y renacos el bosque se convierte en tortura ofídica. Jergones, loromachacos y nacanacas adornan las aguas estancadas ¡Camina siempre con cuidado!

Mejor dicho, el monte se achora con los forasteros e incluso con las aledañas comunidades mestizas que ahora son oficialmente comunidades nativas[1] para pronto optar por un documento que les denomine “vulnerables” y acceder a beneficios estatales,- una ONG caviarona así se los ha hecho saber con complicidad de funcionarios públicos-, todo sucede cerca a alborotados y caudalosos canales fluviales que en estas fechas de ausencia de lluvias se encañan.

A la región amazónica la describen como geografía hostil, es demasiado cierto,  pero es una hostilidad que reta al hombre contra un espacio incierto e incalculable. Aquí el discurso de espacios sociales no calza. Ropa y un accesorio llamado GPS para el reto sirven menos que el instinto afilado acompañado de un machete que abra paso y funja de arma frente a las bestias. El agua es el mayor aliado para la supervivencia.
Es temporada de cosecha de arroz y frijol. De esta forma secan el frijo para luego pilarlo y venderlo a las ciudades.

Este territorio alguna vez poblado por cocamas o cocamillas[2], aparte de inundable, es irregular y muchos desniveles son casi imposibles de transitar, por eso es prudente improvisar oroyas o valerse de pequeñas canoas al ras de las cochas, por aquí abundan carachamas y boquichicos y en los mijanos[3] se pueden pescar paiches inmensos. Los monos negros de cola larga son muy susceptibles y de andar entretenidos tragando shapaja[4] y acicalándose pueden tornarse agresivos con cuasigriteríos lisurientos y lanzando cáscaras. En algunas espesas lomas se observan miles de huanganas y sachapatos que suelen ser cazados con escopetas retrocarga.

La radio no precisamente emite cumbia, sino comunica vía repetidoras, y la cumbia hace ebullición de cualquier dispositivo móvil. ‘Amor Serrano’ y una vocalista peculiar alegran las sendas jornadas con harto shibel[5] al borde del fermento.

Por estas trochas frescas se nota la huella de shiringueros[6] de hace una centuria y tímidos, no obstante tiernos, vuelven a crecer shiringas al lado de cumalas.

En la izquierda empuño el machete y en la derecha un bastón de apoyo para no resbalar.

En aquí así dicen.

Q.A.P.



Shiringa
[1] Son organizaciones que “tienen origen en los grupos tribales de la selva y ceja de selva, están constituidas por conjuntos de familias vinculadas por los siguientes elementos principales : idioma o dialecto, caracteres culturales y sociales, tenencia y usufructo común y permanente de un mismo territorio, con asentamiento nucleado o disperso” según Art. 8° del D.L. N° 22175. Este no es el caso, pero ya están así reconocidos y solo basta con el visto bueno de la respectiva Dirección Regional Agraria.
[2] Del tronco étnico de los Tupí-Guaraní, hoy dispersos y casi desaparecidos por los ríos: Huallaga, Bajo Marañón, Bajo y Alto Ucayali, Amazonas y Bajo Nanay.
[3] Una vez al años los ríos y cochas abundan en peces, gráficamente se puede pescar con la mano.
[4] Árbol que produce frutos del mismo nombre. Son como cocos con dimensiones de mangos, el sabor del  mismo modo.
[5] De la harina de yuca o fariña se prepara el shibel, es como una chicha.
[6] Shiringa, Hevea brasiliensis,  de donde se extrae el conocido caucho fino, jebe o hule.

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