En aquí
Hernán Hurtado
Por razones
contractuales no puedo revelar información considerada de confidencialidad para
el proyecto. Por tanto, compartiré impresiones y marinajes ‘subjetivos’ adecuada y accidentalmente cruzados.
Empecemos.
Entre aguajales y renacos el bosque se convierte en tortura ofídica. Jergones,
loromachacos y nacanacas adornan las aguas estancadas ¡Camina siempre con
cuidado!
Mejor
dicho, el monte se achora con los forasteros e incluso con las aledañas comunidades
mestizas que ahora son oficialmente comunidades nativas[1]
para pronto optar por un documento que les denomine “vulnerables” y acceder a
beneficios estatales,- una ONG caviarona así se los ha hecho saber con
complicidad de funcionarios públicos-, todo sucede cerca a alborotados y
caudalosos canales fluviales que en estas fechas de ausencia de lluvias se
encañan.
A la región
amazónica la describen como geografía hostil, es demasiado cierto, pero es una hostilidad que reta al hombre
contra un espacio incierto e incalculable. Aquí el discurso de espacios
sociales no calza. Ropa y un accesorio llamado GPS para el reto sirven menos
que el instinto afilado acompañado de un machete que abra paso y funja de arma
frente a las bestias. El agua es el mayor aliado para la supervivencia.
Es temporada de cosecha de arroz y frijol. De esta forma secan el frijo para luego pilarlo y venderlo a las ciudades. |
Este
territorio alguna vez poblado por cocamas o cocamillas[2],
aparte de inundable, es irregular y muchos desniveles son casi imposibles de
transitar, por eso es prudente improvisar oroyas o valerse de pequeñas canoas
al ras de las cochas, por aquí abundan carachamas y boquichicos y en los
mijanos[3]
se pueden pescar paiches inmensos. Los monos negros de cola larga son muy
susceptibles y de andar entretenidos tragando shapaja[4]
y acicalándose pueden tornarse agresivos con cuasigriteríos lisurientos y
lanzando cáscaras. En algunas espesas lomas se observan miles de huanganas y sachapatos que suelen ser cazados con escopetas retrocarga.
La radio no
precisamente emite cumbia, sino comunica vía repetidoras, y la cumbia hace
ebullición de cualquier dispositivo móvil. ‘Amor Serrano’ y una vocalista
peculiar alegran las sendas jornadas con harto shibel[5]
al borde del fermento.
Por estas
trochas frescas se nota la huella de shiringueros[6]
de hace una centuria y tímidos, no obstante tiernos, vuelven a crecer shiringas
al lado de cumalas.
En la
izquierda empuño el machete y en la derecha un bastón de apoyo para no resbalar.
En aquí así dicen.
Q.A.P.
Shiringa |
[1] Son
organizaciones que “tienen origen en los grupos tribales de la selva y ceja de
selva, están constituidas por conjuntos de familias vinculadas por los siguientes
elementos principales : idioma o dialecto, caracteres culturales y sociales, tenencia
y usufructo común y permanente de un mismo territorio, con asentamiento nucleado o disperso” según Art. 8° del D.L. N° 22175.
Este no es el caso, pero ya están así reconocidos y solo basta con el visto
bueno de la respectiva Dirección Regional Agraria.
[2]
Del tronco étnico de los Tupí-Guaraní,
hoy dispersos y casi desaparecidos por los ríos: Huallaga, Bajo Marañón,
Bajo y Alto Ucayali, Amazonas y Bajo Nanay.
[3]
Una vez al años los ríos y cochas abundan en peces, gráficamente se puede
pescar con la mano.
[4]
Árbol que produce frutos del mismo nombre. Son como cocos con dimensiones de
mangos, el sabor del mismo modo.
[5] De
la harina de yuca o fariña se prepara el shibel, es como una chicha.
[6]
Shiringa, Hevea brasiliensis, de donde se extrae el conocido caucho fino, jebe
o hule.
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