Las protestas ocurridas en el centro de Lima durante las
últimas semanas y las que probablemente se convoquen en los próximos días han
provocado que algunos activistas políticos y analistas espontáneos hagan un
paralelo entre nuestra realidad y el movimiento de los indignados que surgió el año 2011 en Europa y Estados Unidos. Con
una pisca de romanticismo, pero sobre todo con una gran cucharada de esperanza
hueca, la idea logró llevar al plano internacional la sensación de que existe
un “movimiento indignado” internacional que ha llegado al Perú[1].
¿Es correcto hablar de “indignados” en el Perú? Habiendo participado en todas
las marchas y convocado desde mi trinchera, creo que una rápida revisión de los
hechos nos recuerda de la particularidad de nuestra protesta y de lo lejanos
que estamos de las realidades europeas y norteamericanas a pesar de muchos.
El movimiento de los indignados fue un movimiento realmente alejado
de la clase política que [2].
En cambio, en el Perú –donde no hay crisis económica y desempleo- las marchas
del 4 de Julio fueron convocadas por los sindicatos en contra de la Ley Servir
y por los estudiantes organizados en contra de la Ley Universitaria (ambos a su
vez controlados por organizaciones de oposición), las del 17 y 22 de Julio
fueron convocadas por organizaciones políticas conocidas también de oposición al gobierno por un tema
específico de coyuntura (la “repartija”) y la última del 27 de julio fue una
nueva convocatoria sindical y de organizaciones que ya vienen trabajando en
contra del gobierno. La única similitud que puedo ver en los reclamos de los
indignados con nuestras protestas peruanas son los gritos por una “nueva clase
política”; sin embargo, me pregunto si habrá existido una protesta en la
historia donde no se haya planteado la “renovación de la clase política”, o la “participación
ciudadana”, hacen mal los analistas del twitter en querer otorgarle un carácter
novedoso a algo por el simple hecho de usar redes sociales. En el colmo de la
pose europeísta, han querido copiar los símbolos de otras realidades para
hacerle pensar a los despistados que los convocantes no tenían color político.
protestaba en contra de la crisis económica y el desempleo;
como señaló Manuel Castells, los indignados “plantearon que la crisis la
crearon los bancos y gobiernos y la sufre la gente… (y el movimiento) tuvo la
madurez de levantar las campanadas … cuando sintió que a las asambleas diarias
sólo asistían los activistas
Pero el no ser indignados es una buena noticia
En España, el único logro de los indignados fue lograr que
el Partido Socialista Obrero pierda las elecciones y llegara el Partido
Popular, la alternativa conservadora a una crisis producida por medidas de
derecha. En Estados Unidos, los indignados dejaron de ser noticia hace un año,
y ahora ha pasado a ser parte de la historia de la protesta sin ningún logro
concreto. En cambio, en el Perú, las protestas convocadas por la oposición
lograron tirarse abajo la desacreditada elección de cuestionados personales al
Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo, de la misma manera que
hemos abierto el debate sobre la Ley de Servicio Civil y la Ley Universitaria. A
todas luces se puede ver que la fuerza de una convocatoria abierta en donde las
fuerzas de oposición convocaron pero no se apropiaron de las marchas han sido
el mejor medio para hacer retroceder a un gobierno arbitrario e incapaz.
No caigamos en extranjerismos, mantengamos las ideas claras
frente a la común apatía ciudadana pero
no caigamos en retóricas vacías que
deslegitiman la protesta y engañan a los jóvenes; debemos ser sinceros y
abiertos de quiénes somos los que protestamos y porqué, no usar la careta de “indignados”
para trabajar alternativas políticas al 2016.
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