Martha Chávez
continuará como coordinadora de la subcomisión de Derechos Humanos de la Comisión de Justicia gracias a una votación en la que participaron tres congresistas
fujimoristas y el aprista Mauricio Mulder, quien se abstuvo de votar pero aseguró
el qorum para que la votación sea válida. La actitud del aprismo respecto a la designación
de Martha Chávez ha sido en general de no querer comprarse un pleito que no les
corresponde, en especial considerando la ultra minoría que conservan los cuatro
congresistas apristas en el congreso. Sin embargo, algunos sectores no han
tardado en volver a la carga contra el APRA argumentando que actúan en
contubernio con el fujimorismo. A la vista de los hechos, queda claro que aún
sin entusiasmo, la designación hubiese sido imposible sin el apoyo del la
bancada aprista.
Ser
acusados de una alianza a favor de Martha Chávez no es menor. La congresista
fujimorista pertenece al sector más conservador y cavernario del fujimorismo,
el sector que según varias fuentes periodísticas está en campaña por
desembarcar a Keiko y lograr la libertad del condenado Alberto Fujimori. También
es verdad, por otro lado, que el cargo por la que es designada es bastante
menor, no ha tenido nunca mayor relevancia política, y que la única razón por
la cual la subcomisión de D.D.H.H del congreso es noticia es porque Martha Chávez
es precisamente la persona menos interesada en ese tema que exista en el
hemiciclo, a pesar de estar en todo su derecho y el mecanismo democrático es
legítimo. En este sentido, la actitud de la bancada aprista es constitucional,
pero daña la imagen de un partido que debería estar buscando reencontrarse con
su base social y dar muestras claras de deslinde con la corrupción luego de una
intensa campaña de descrédito de sus opositores.
En el local
central del partido aprista existe la sensación que si se juegan bien las
fichas, la deseada segunda vuelta contra el fujimorismo es posible, pero a
falta de casi 3 años se tienen que hacer algunos esfuerzos para que la posición
sea creíble en la próxima campaña. En ese sentido, el APRA tiene como capital
político el hecho de que a pesar de todos los ataques del antiaprismo, el ex
presidente Fujimori fue juzgado por una corte penal en un juicio transparente
que es usado como ejemplo internacional. Así mismo, es previsible que la
campaña naranja utilice como principal activo de campaña la comparación de los
90´s con el primer gobierno aprista, resultando inevitablemente en el
distanciamiento de las dos fuerzas. Por otro lado, el segundo gobierno de Alan
García ha demostrado que se puede hacer obras en democracia, convirtiéndose así
en el único rival de la familia Fujimori en cuanto a records de gobierno.
Las
elecciones del 2014 se acercan y el fujimorismo tiene la sartén por el mango. ¿Hará
algo la dirigencia aprista para disputarle a Fuerza Popular la presencia nacional
y no limitarse a ser furgón de cola el 2016? Es tarea de todos en el viejo
partido de Alfonso Ugarte.
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