Por: Ricardo Yturbe López
Director Ejecutivo del Centro
Peruano para la Democracia
Una semana corta, con un fin de
semana largo que fue aprovechado por el gobierno para aplicar dos hechos
sustanciales para la vida política y jurídica del país. Por un lado, el jueves
31 de octubre como si estuviera dando una respuesta a la frase de la oposición
de “dulces o travesura”, pero entendida como “cambios o censura”, Ollanta Humala respondió como el viejo
renegón y mala gracia del barrio, y tiró una bolsa de caramelos vencidos y
derretidos por el calor de sol político. No tuvo mejor idea que presentar un
gabinete de ministros donde sólo cambió el piloto de las luces, más no los
focos quemados.
Hasta ahora me pongo a pensar y
no sé si Ollanta, por la fecha, trato de pasarse de criollazo o nos estaba
presentando un episodio terrorífico de la política peruana. El re-nombramiento
de Mónica Rubio en el MIDiS, no es más que una afrenta macabra a los casi mil niños intoxicados con
los desayunos de Qali Warma. La repetición de Midori de Habich en el MINSA, es
una mezcla de la criollada de no cumplir con las actas suscritas con los
trabajadores del sector salud, y un espectáculo gore de faquires y autoflagelados en un circo freak donde los
médicos y enfermeras se inmolan para el deleite sádico de la cruel ministra. Se vuelve a nombrar a un Ministro del
Interior que en cuya gestión ha crecido los índices de delincuencia en un 50%,
comparado con las cifras del año 2010, que quiere Humala, acaso juntar a Jason
Voorhees, Freddy Krueger y Jickson, contra el Oficial Matute, el Jefe Gorgory y
el Sargento Refugio?
Definitivamente, Humala ha dejado
pasar una oportunidad de oro para poner calma al escenario político, y lavarse
la cara frente a las intenciones de censura de sus ministros. Deja pasar la
ocasión para retirar a aquellos individuos que no hacían más que sumarle
problemas, como el caso de Cateriano que ha sido más que un pasivo para el
Ejecutivo, con sus exabruptos y actitudes totalmente desatinadas.
Pero si esto les pareció mucha
torpeza política, Humala le dio vida a la Ley Antauro, ley que otorga beneficio
penitenciarios a sentenciados por crimen organizado,
sicariato y condenados por femenicidio. Se dice que podría beneficiar al 80% de
los internos, entre ellos Antauro Humala, el
hermano del Presidente. Recordemos que el líder etnocacerista, fue sentenciado
a 19 años de prisión por la muerte de cuatro policías en el Andahuaylazo.
La pena de este criminal se verá reducida a sólo 13 años, con lo que en el 2018
estaría libre. Pero esto se realiza a un costo social mayor, que golpea
duramente a la seguridad ciudadana, pues la mencionada norma beneficia a 2500
delincuentes de alta peligrosidad.
Lo único que ha
quedado claro que para Humala vale la estabilidad política y la seguridad
ciudadana de nuestro país, lo mismo que una calabaza.
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