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sábado, 18 de junio de 2011

El fujimorismo se tumbó al fujimorismo - Jaicec Espinosa

Un día nos llegó un fax que decía: renuncio. Y la sociedad civil organizada y vigilante se volcó a las calles del Perú a celebrar el triunfo de la democracia.
Otro día, varios años después, la democracia volvió a vencer por apenas 447 057 votos (7.937.704 votos contra 7.490.647) y las calles se volvieron a llenar de multitudes ardientes de democracia, que celebraban su triunfo.

Sin estas imágenes, ¿estaría Fujimori preso?
Esto sólo pudo pasar gracias a la imaginación de varios grupos de personas, los cuales dieron la impresión de ser un disfuerzo social o un club de amigos.

Y eso es muy preocupante, porque se nos han pasado diez años de democracia y no hemos hecho nada, esta sigue igual de frágil e igual de artificial o como caída del cielo. Parece que no recordáramos que, efectivamente, el regreso a la democracia nos cayó del cielo. Qué el gran conquistador de la democracia fue el mismo Fujimori cuando amablemente nos la envió por fax, al mismo momento que enviaba su renuncia a la presidencia.

Tan similar como decir que los escasos 447 057 votos por los que perdió el fujimorismo, fácilmente podrían representar el famoso “matamos menos” y no un gran discurso de la decencia frente a la corrupción. Otra vez fue del fujimorismo mismo y no de otro lado, de donde vino su derrota.

Por tanto queda muy claro, que la segunda vuelta electoral que tuvimos volvió a mostrarnos nuestra fragilidad democrática, pues de qué democracia podemos hablar si no hubo partido político alguno en la disputa por la presidencia. Lo que al final nos llevó obviamente a escoger entre dos autoritarismos, uno de jerga “neoliberal” y otro de jerga “social”; es decir, la misma chola pero con diferente calzón.

Pero felizmente, ante la crisis de representación política en que nos encontramos, nuevamente la sociedad civil, ahora vigilante, saldrá a poner el pecho y asegurar el triunfo de la democracia, como lo hizo contra Fujimori en los 90s.

 
¡ay que miedo!
Porque la lucha contra el fujimorismo fue dura y pareja. ¿O no? Por favor, lo más grande que hubo contra Fujimori fue la marcha de los cuatro suyos, y estamos hablando máximo de ochenta mil personas, y no digo menos, porque yo también estuve ahí y quiero ser parte de ese mito que se tumbó a Fujimori. Otra cosa es que se vio una cantidad de gente en las calles como no se veía en años. Recordemos que cuando se dio el autogolpe del 92, no hubo nada articulado contra Fujimori. La clase política se descascaró como por arte de magia, el Apra demostró que sin Alan García no hace ni cosquillas, y ni qué decir de la sociedad civil, relegada a salir de vez en cuando a la Plaza de Armas con sus ñabateas (recipiente que se usa para el lavado de banderas y sábanas, promocionado por una conocida marga de detergente).

Tan representativa como democrática y masiva fue también la marcha por la democracia o anti Keiko, que parecía más una victoria pírrica, de quince mil personas aproximadamente, juntas por la democracia contra una candidata, que en elecciones limpias y democráticas representaba nada menos que al 23% de la población, que democráticamente había votado por ella.

Y otra vez también nuestra clase política intentando ya no nadar, aunque sea flotar, para no morir ahogada en su propio mar de vanidades. Otra vez como hace diez años, no hay partidos políticos. El Apra ahora puso como pretexto que Alan García está gobernando y que volverá a salvar a lo último parecido que tenemos en el Perú a un partido político una vez acabado su mandato. De la misma manera estuvieron esperando que regresara del exilio para salvarlos. Es cierto, Alan García volvió y el Apra volvió a llegar al poder (o algo parecido), lo que si no sé es si eso lo ha salvado o lo ha ahogado más.

Nos queda entonces, nuevamente el fujimorismo, poniendo la agenda, como la puso para el regreso a la democracia. Pues fue el vladivideo lo que hizo que Fujimori mandará su renuncia por fax, así como fue el Congreso con mayoría fujimorista el que eligió a Valentín Paniagua como presidente transitorio.
Tenemos entonces que agradecerle a Trelles su “matamos menos”, si es que a alguien hay que agradecerle la derrota de Keiko Fujimori, del mismo modo que tenemos que agradecerle al vladivideo el regreso de la democracia. Otra vez, ahora en el 2011, como aquella vez en el 2000, tenemos que agradecerle al fujimorismo haberse tumbado al fujimorismo.

No esperemos al 2016 a que el fujimorismo se vuelva a entrometer en el camino al triunfo del fujimorismo, pues no hay instituciones a la vista que lo puedan hacer. La autodenominada izquierda sigue igual de ciega que la derecha, y el aprismo está muy flaco a la vez que Alan está muy gordo. Encima nuestra sociedad civil ahora quiere ser guachimán. Hagamos algo para que tanto la clase política como la sociedad civil estén a la altura de lo necesitado. Demostremos que nuestra memoria va más allá de diez años y que la reconciliación o es con todos o no es reconciliación.

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