La lucha que representan, hoy, los estudiantes chilenos, resume en tiempo presente, las viejas y nunca olvidadas banderas de la Gratuidad y los cambios de estructura en la Educación en su gran nación. Calor y entusiasmo juvenil que, en el hermano país, se transforma en verbo.
Las noticias que nos llegan a las juventudes de la región son de nuevos acontecimientos tensos, y de un paradero reflexivo sobre el debate que deben sostener los estudiantes con las autoridades políticas. Sabemos que no debemos impostar ninguna injerencia en actos que conlleven sentimientos de ardor y reclamos netos: el caso de nuestros hermanos. Pues bien, tampoco podemos quedarnos callados ante la iniciativa y constante batalla que vienen asumiendo con entereza y dignidad en una plaza que ha dejado de ser meramente académica y universitaria, para proclamar desde su realidad y contexto propio, un ánimo y despereza de una generación que anhela cambios sustantivos.
El 11 de septiembre, fecha en la recordamos la inmolación heroica del presidente Salvador Allende, queremos que lo sepan, que lo sigan creyendo, es una fecha de unión y revaloración de de la solidaridad indoamericana, democrática y popular. Es la fecha en la que nuestros abuelos nos dejaron escrito en la historia, y tatuada con sangre, la consecuencia con los principios asumidos; y a defenderlos, si incluso vendiendo cara la vida por ellos.
Y en una fecha relevante como esta, los tienen a ustedes, a la juventud, de nuevo en la primera línea de combate como buena promesa del futuro de su sociedad. Porque estamos seguros que el resultado de las protestas y de las propuestas que ustedes enarbolan, significarán (y desde ahora) una página de orgullo en la vida chilena, rica y ejemplar de una sociedad culta y con voz propia.
Los jóvenes en Perú vemos con respeto y fraterna reflexión su movimiento, del cual consideramos que podemos rescatar las definiciones y aprender el comportamiento del universitario consiente con sus posibilidades de innovar la historia. Una historia que, por demás, ustedes como nosotros, debemos honrar por contar en ella episodios que construyen e instruyen con verdadera resolución las nuevas actitudes. Y no siendo suficiente todo esto, nosotros vamos tomando conciencia también de los problemas que aquejan al estudiantado en nuestro territorio.
El saludo se hace necesario, y no sólo por dejar constancia de apoyo ante un hecho del cual no se duda la victoria, sino que deja reflejada, al estrechar nuestras manos, la total convicción que las voces nuevas, cada día más unidas y más ampliadas, podrán brindar al gran continente Indoamericano las soluciones exactas que nazcan de la verdadera interpretación de su compleja singularidad. Como les decíamos, el mensaje que compartimos con ustedes en abrazo fraterno es saludo, pero este saludo es también adhesión.
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