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martes, 24 de septiembre de 2013

Retomando la historia. El reto municipal de gestionar el gran espacio público que Lima necesita. Por Renzo García

Renzo "el chino" García
Después de la Feria del Hogar, no había visto una feria que congregue tanta expectativa entre las familias limeñas o mejor aún del Perú entero, sobre todo, si se trata de un símbolo internacional promovido por el esfuerzo privado y respaldado por el Gobierno Central desde su primera edición en el año 2008. Esto demuestra que resulta imprescindible la iniciativa, por parte del Ejecutivo, de articular y promover esfuerzos entre los peruanos; Mistura es resultado de ello.

He quedado gratamente sorprendido por la organización, pero sobre todo porque Mistura 2013 nos ha revelado un espacio físico que parecía ya inexistente en nuestra capital, un espacio físico que toda ciudad moderna que aspira a un óptimo aprovechamiento del suelo público (para utilizarlo como herramienta que incremente la competitividad territorial) necesita. En nuestro caso, el uso y mejora del espacio que colinda con el mar en la costa verde, es idóneo para el desarrollo de espacios públicos destinados a integrar a la urbe con esta parte de la ciudad, que por cierto, tiene físicamente espacios propicios para el desarrollo de un sin número de actividades.

En cuanto al espacio público, desde una visión urbana, este debe diseñarse para el goce del ciudadano, los gestores de la ciudad lo deben planificar para que sea el espacio de la expresión y la apropiación social por excelencia; es el espacio que alberga el cotidiano transcurrir de la vida colectiva, es el espacio que da identidad y carácter a una ciudad, el que permite reconocerla y vivirla. Es el sitio que conserva la memoria de sus habitantes en sus espacios naturales, culturales, patrimoniales, etc.

Por eso recordamos simbólicamente al Puente de los Suspiros, a La Punta (Callao),  la Plaza San Martín, el Jirón de la Unión, la Plaza de Armas de Lima entre otros espacios públicos que son parte de la construcción de la identidad de nuestra capital y en consecuencia parte del colectivo limeño; que limeño no comprende, hoy en día, que esas edificaciones fueron una alternativa urbana en su contexto, donde se convertía en un placer caminar por las calles y jirones de la antigua Lima, cuando aún la modernidad, el desarrollo y la tecnología no habían cambiado las necesidades e influenciado en el imaginario popular de los limeños.
 

De esa visión y forma de gestionar una ciudad, cubriendo las necesidades del ciudadano queda poco. A lo que me refiero es que esos grandes símbolos urbanos fueron entregados a la ciudad en un momento determinado, cuando la ciudad lo necesitaba; y ahora en nuestra Lima moderna, el crecimiento agresivo de lo urbano ha demandado la utilización de espacios públicos y privados para la edificación de viviendas y de grandes centros comerciales, que si bien son elementos importantes de una ciudad moderna, terminan por reducir espacios físicos indispensables que “Lima la grande” necesita, repito: que “Lima la grande” necesita.

En algún momento Lima tuvo un gran espacio. Antes de la década del 60’ Lima tenía un lento crecimiento urbano y demográfico. Los distritos que hoy conocemos como San Miguel, Magdalena y Pueblo Libre, no habían cambiado mucho desde su creación política en 1920, seguían siendo un poblado lleno de establos, haciendas, huacas y casonas de la “aristocracia”. Este lento proceso urbanizador, fue acelerado por los procesos migratorios internos desarrollados a partir de los años 60’ hecho que provocó, solo por algunos años más, la conservación de grandes terrenos de propiedad privada y pública. Para entonces, Lima no presentaba problemas de déficit de espacios públicos.     

Sobre uno de esos espacios, en 1966, en una parte de la conocida Av. La Marina del distrito de San Miguel, nace la Feria del Hogar como un anexo de la Feria Internacional del Pacífico (1959) que inicialmente solo presentaba productos industriales. La Feria del Hogar tuvo su máximo apogeo en la década del 80. Lima lo recuerda como un clásico de medio año y aunque fue una propuesta con inversión netamente privada, logró crear un símbolo para la capital.

Así nuestra capital tuvo en la Avenida la Marina, por muchos años, un gran espacio para este tipo de eventos. Sin embargo, la feria no pudo resistir el crecimiento de la ciudad y la exigencia limeña que pedía mayor capacidad en su cobertura; asimismo, la excesiva concurrencia de personas, sumado a fallas en la seguridad de la feria, terminó por originar una serie de accidentes lamentables; esto debilitó su organización y tuvo fin en el año 2003.

Actualmente, esta parte de la ciudad ya no tiene haciendas, ni establos, ni numerosas huacas, ni casonas “aristocráticas”, ni mucho menos grandes extensiones de propiedad privada dónde pueda desarrollarse alguna “Feria del Hogar” que dicho sea de paso, hoy es un gran complejo comercial que abastece a los residentes de los nuevos proyectos inmobiliarios de esta parte de la ciudad; Lima es ahora una ciudad en proceso de modernización, con un crecimiento urbano poco planificado y con un desarrollo del mercado inmobiliario absolutamente avasallador que ha contribuido a la concentración del crecimiento demográfico; Lima tiene una población aproximada de casi ocho millones y medio de habitantes.

En ese sentido, el crecimiento desmesurado de nuestra ciudad reduce cada vez más la posibilidad de tener un gran espacio público para Lima, que constituya además, un gran atractivo de nuestra capital.

En medio de este crecimiento urbano inmobiliario, los distritos de Chorrillos, Barranco, Miraflores, San Isidro, Magdalena del Mar y San Miguel son los encargados de gestionar esta parte de la ciudad al formar parte del recorrido de los 14,5 KM de la Costa Verde. De igual forma, la Municipalidad Metropolitana de Lima comparte la competencia para también gestionar esta parte de la ciudad, sobre todo porque es la responsable de conducir el proceso de desarrollo integral, armónico y estético de la Costa Verde al liderar la “Autoridad del Proyecto Costa Verde”. Sin embargo, los diferentes cambios en la forma de gestionar la ciudad, concentran la creación de infraestructura en el mejoramiento vial, cuando podría optimizarse nuestra Costa Verde con una mejor visión que nos conduzca a la construcción de un elemento turístico de la capital.

La Autoridad del Proyecto Costa Verde fue creada mediante Ley N° 26306 en el año 1994 y la finalidad de la norma era que la conducción del desarrollo armónico y estético de esta parte de la ciudad esté en manos de los Gobiernos Locales, liderados por la Municipalidad Metropolitana de Lima, en el marco de un plan maestro concertado.

Han transcurrido 19 años desde aquella fecha, y el desarrollo de la Costa Verde es insuficiente. La falta de liderazgo de la Municipalidad Metropolitana de Lima para articular esfuerzos con las Municipalidades Distritales, generó que se cambie permanentemente los planes maestros de desarrollo, no solo en la forma, sino también en su estructura; asimismo, el proceso de toma de decisiones no consideró la participación masiva y popular de la sociedad civil.

Solo durante el gobierno de Alan García Pérez el Poder Ejecutivo mostró un real interés en la recuperación de la Costa Verde, mostrando voluntad de asignar presupuesto para gestionar lo que sería la “Bahía de la Costa Verde”, sin embargo, al ser estricta competencia municipal el desarrollo de los proyectos, a la fecha, con una visión de desarrollo que desaprovecha las bondades de la Costa Verde, poco se ha avanzado.    

La Costa Verde es un gran espacio reservado para Lima, ello implica fomentar su desarrollo bajo una visión de integración de la ciudad que solo puede conseguirse a través de inversión pública e inversión privada; estas inversiones deben ejecutarse en el marco de una planificación con objetivos claros de lo que se busca para la ciudad, dejando de visionarla y utilizarla solo como una vía rápida de transporte, y empezar a verla como un gran potencial para la ciudad capital y como un espacio público de atracción turística.

La Costa Verde no solo comprende las playas, sino también los acantilados, entre otros; sin embargo, los espacios claves de inversión son los que se encuentran cerca al mar. Solo algunos distritos tienen un espacio considerable para explotarlo como una posible infraestructura, uno de ellos es Magdalena del Mar. Un  buen inicio fue la realización de “Mistura” que con una infraestructura movible sumado a una buena organización, permitió observar los espacios escondidos en Lima.

Así el reto de una próxima gestión municipal será reconducir el proceso de aprovechamiento de la Costa Verde para ofrecer a los ocho millones y medio de limeños, el goce y disfrute de una ciudad moderna accesible a toda la capital. La costa verde es una gran oportunidad para Lima y solo con una exitosa gestión y liderazgo municipal podrá convertirse en el nuevo espacio público brindado a la ciudad para el aprovechamiento social y turístico que Lima necesita.   

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