Por Renzo Ramos Pizá
En las últimas semanas vientos de crisis se anunciaron
desde Palacio de gobierno como justificación a la indecisión y ausencia de
voluntad ejecutiva del Presidente, que no ha sabido aprovechar los resultados de 10 años de
democracia que lograron el crecimiento económico, la disminución de la pobreza y la consolidación del Perú como un país
sólido y ávido de inversiones mundiales.
Más aún, si hablamos de la crisis mundial,
podemos referirnos que su peor etapa se dio en el año 2009 durante el gobierno
aprista, sin embargo la aplicación del bien acertado Plan de Estímulo Económico
(PEE), pudo hacer frente a la crisis al apoyar a los sectores afectados,
incrementar la inversión en infraestructura, agilizar los engorrosos trámites
del SNIP, propiciar el mayor consumo de la población y atender socialmente a
los sectores más vulnerables, estas medidas concretas lograron que el Perú fuera
el único país de la región en crecer, en aquel difícil año, según las cifras
del Banco Mundial.
Hoy día el panorama mundial nos muestra algo
diferente a la crisis del 2009, si bien es cierto la economía mundial se
desaceleró el primer semestre del año con respecto al 2012, los pronósticos del
FMI indican que en el segundo semestre del año el crecimiento mundial repuntará
a 3,1%, y el 2014 a 3,8% esto nos indica que el Perú debería volver a su ritmo
de crecimiento, ya que además otros factores como el precio de los métales han
dejado de caer.
Todo indica que la supuesta crisis vendría
por factores internos como la indecisión política y la paralización de proyectos como Tía María,
Quellaveco, Conga, el Gasoducto Sur o las intenciones de compra de Repsol,
acciones que han hecho huir a la inversión privada propiciando un clima de inestabilidad
y disminución de la confianza empresarial, la cual según el estudio del BCR ha
descendido a 50 puntos.
Por otra parte tenemos sectores que son de
atención impostergable, con o sin crisis, el sector educación se ha paralizado
en estos 2 años al sabotearse la Carrera Pública Magisterial, del mismo modo el
sector salud se paralizó con la promesa demagógica del Presidente de construir
un hospital en cada provincia. Hoy un incoherente conjunto de programas asistencialistas
han sustituido las verdaderas políticas sociales que todo gobierno responsable
debe ejecutar. En lo que resta del año es de vital importancia que no se
postergue más la capacitación a los maestros y que se cumplan los acuerdos con
el sector salud para no desatender más a la población.
En el ámbito interno las principales medidas que el gobierno debe realizar es generar confianza al sector empresarial para impulsar la inversión, por otro lado abrir un espacio de diálogo serio con la oposición, el cual debe ser conducido por el propio Presidente en vez de dejar el teléfono del Presidente del Consejo de Ministros y lo más importante tener tolerancia y apertura a las propuestas como la que ha hecho el Partido Aprista Peruano, para retornar el crecimiento al 8% anual, atender la educación y la seguridad ciudadana.
Como dijo el padre de la Administración
Moderna Peter Drucker: “La excelencia del líder se mide por la capacidad para
transformar los problemas en oportunidades”. Tome las oportunidades Presidente
y deje de lado las indecisiones, aún tenemos el derecho de seguir llamándonos
el Milagro Peruano.
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