El Índice de Desarrollo Humano publicado por el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es hasta ahora la fórmula más
consistente para medir y comparar el grado de desarrollo de las sociedades.
Como se sabe, el IDH considera tres componentes: salud, educación e ingreso. El
2011 agregó otro factor para un acercamiento más certero, al considerar la
desigualdad para ajustar los indicadores señalados.
Estas metodologías permiten un enfoque más realista de lo
que en efecto sucede con la aplicación de las políticas de desarrollo por las
que optan los países, políticas que algunos en el debate ideológico las
denominan “modelos”.
Resulta interesante comparar por ejemplo la calificación que
alcanzan países como Perú y Venezuela en estos rangos. En el último IDH de
marzo del 2013. Perú aparece en el puesto 77 con un índice de 0.741 mientras
que la república bolivariana queda en el puesto 71 con un 0.748 de desarrollo
humano. No es mucha la diferencia si consideramos que tenemos una población
semejante aunque la distancia entre las economías si es marcada por la enorme
renta petrolera que los caracteriza.
Las distinciones también aumentan si medimos los discursos.
Mientras en nuestro país desde la recuperación de la democracia las políticas
económicas mantienen la estabilidad y promueven la inversión, aunque la
discusión cuestiona la insuficiencia de la distribución; el sonoro discurso
chavista cree que hace una revolución profunda.
Las consecuencias de ambas políticas, la liberal y social
que intenta el Perú y el tropical “socialismo del siglo XXI”, pueden verse
mejor al reajustar sus respectivos indicadores por el criterio de desigualdad,
que considera cuanto pierden la educación y la salud por la distinta calidad y
costo en el acceso de sus clases sociales y al tomar en cuenta la brecha de los
ingresos entre los estratos socio económicos.
La reubicación puede sorprender a muchos, pues el Perú sube
al puesto 62 y Venezuela queda en el 66. Mientras que la desigualdad le hace
perder a los peruanos el 24,3% de su IDH, los norteños disminuyen en un 26%. Si
se midiera el desarrollo por el fárrago de los discursos, la demagogia de Hugo
Chávez y su heredero, superan abrumadoramente a los cuatro últimos presidentes
peruanos con los que coincidió desde 1998.
Algo semejante ocurre con Brasil, poderosa economía mundial
cuyo IDH lo ubica en el puesto 85 y el ajuste por desigualdad lo lleva al lugar
70, ocho puestos por debajo del Perú. Pierden más del 27% por los altos niveles
de desigualdad que sufren.
Los datos del PNUD son reveladores y permiten colocar el
debate en su lugar. El supuesto socialismo bolivariano no los ha llevado muy
lejos pese a su riqueza petrolera. El Perú con menos y sin tanto aspaviento los
supera socialmente, sin que esto sea definitivo. Obviamente que la desigualdad
sigue siendo el déficit que lastra nuestro progreso y que obliga a reformular
las políticas en función del bien común
No hay comentarios:
Publicar un comentario