Pensamiento libre sin ideología es como coito asistido

jueves, 12 de septiembre de 2013

Desigualdad en Perú y Venezuela. Por Agustín Haya de la Torre

El Índice de Desarrollo Humano publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es hasta ahora la fórmula más consistente para medir y comparar el grado de desarrollo de las sociedades. Como se sabe, el IDH considera tres componentes: salud, educación e ingreso. El 2011 agregó otro factor para un acercamiento más certero, al considerar la desigualdad para ajustar los indicadores señalados.

Estas metodologías permiten un enfoque más realista de lo que en efecto sucede con la aplicación de las políticas de desarrollo por las que optan los países, políticas que algunos en el debate ideológico las denominan “modelos”.

Resulta interesante comparar por ejemplo la calificación que alcanzan países como Perú y Venezuela en estos rangos. En el último IDH de marzo del 2013. Perú aparece en el puesto 77 con un índice de 0.741 mientras que la república bolivariana queda en el puesto 71 con un 0.748 de desarrollo humano. No es mucha la diferencia si consideramos que tenemos una población semejante aunque la distancia entre las economías si es marcada por la enorme renta petrolera que los caracteriza.

Las distinciones también aumentan si medimos los discursos. Mientras en nuestro país desde la recuperación de la democracia las políticas económicas mantienen la estabilidad y promueven la inversión, aunque la discusión cuestiona la insuficiencia de la distribución; el sonoro discurso chavista cree que hace una revolución profunda.


Las consecuencias de ambas políticas, la liberal y social que intenta el Perú y el tropical “socialismo del siglo XXI”, pueden verse mejor al reajustar sus respectivos indicadores por el criterio de desigualdad, que considera cuanto pierden la educación y la salud por la distinta calidad y costo en el acceso de sus clases sociales y al tomar en cuenta la brecha de los ingresos entre los estratos socio económicos.


La reubicación puede sorprender a muchos, pues el Perú sube al puesto 62 y Venezuela queda en el 66. Mientras que la desigualdad le hace perder a los peruanos el 24,3% de su IDH, los norteños disminuyen en un 26%. Si se midiera el desarrollo por el fárrago de los discursos, la demagogia de Hugo Chávez y su heredero, superan abrumadoramente a los cuatro últimos presidentes peruanos con los que coincidió desde 1998.

Algo semejante ocurre con Brasil, poderosa economía mundial cuyo IDH lo ubica en el puesto 85 y el ajuste por desigualdad lo lleva al lugar 70, ocho puestos por debajo del Perú. Pierden más del 27% por los altos niveles de desigualdad que sufren.


Los datos del PNUD son reveladores y permiten colocar el debate en su lugar. El supuesto socialismo bolivariano no los ha llevado muy lejos pese a su riqueza petrolera. El Perú con menos y sin tanto aspaviento los supera socialmente, sin que esto sea definitivo. Obviamente que la desigualdad sigue siendo el déficit que lastra nuestro progreso y que obliga a reformular las políticas en función del bien común


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