El presidente Humala le ha hecho un gran favor al grupo El Comercio en
pronunciarse a favor de la acción de amparo impulsada por el grupo La República
y Caretas, poniendo en marcha un proceso de polarización que sólo puede servir
para nublar la discusión y convertirla
en un diálogo de sordos, en especial debido a los antecedentes antidemocráticos
del partido del gobierno, quienes debemos recordar se han sumado a los
creyentes en la libertad de expresión hace menos de cinco años. Las
declaraciones de Humala, sumadas a una entrevista excesivamente concertada de
Nadine Heredia en La República el domingo último, muestran una vez más el poco
sentido de oportunidad de la pareja presidencial, quienes en vez de utilizar el
inicio del año para polarizar en torno a objetivos claros que convoquen a más
peruanos, ha optado por la interferencia en procesos judiciales y querer remover
a sus opositores con artimañas congresales. Sean cortinas de humo para que no
se hable de Lopez Meneses, o sean sinceras torpezas, lo cierto es que este 2014
el humalismo ha entrado en trompo a poco del fallo de la Haya.
La falta de
liderazgo se transfiere a los ministerios. Por ejemplo, el Ministerio de
Educación aún no coloca fecha para el examen de admisión para directores y
subdirectores luego del último fracaso, al parecer el Humalismo no podrá nunca
revertir el tiempo perdido con la ex ministra Salas. El Ministerio de Inclusión
Social todavía no hace la diferencia que Humala y sus defensores afirmaban,
consistiendo hasta ahora básicamente de los mismos programas que ya se ofrecían
con mejores sueldos para sus operadores políticos. Mientras tanto, los médicos
y policías amenazan con huelgas debido a pagos incumplidos por los los sectores
Salud e Interior. A puertas del fallo de la Haya, pocos están enterados de cuáles
son las acciones de la ministra de Relaciones Exteriores. Los ministros más
allegados al despacho de Nadine como Pedro Cateriano tampoco gozan de mejor
suerte, los anuncios se pierden una vez llegan a los escritorios del ministerio
y la comunicación entre sectores parece simplemente no existir.
Nada de
esto debería sorprender de un gobierno que llegó con una hoja de ruta demasiado
vaga como para impulsar verdaderas políticas públicas a mediano y corto plazo. Las
políticas del Acuerdo Nacional otra vez han regresado a encarpetarse mientras
que el ida y vuelta de comentarios entre el ejecutivo y la oposición debilitan
al gobierno –que inevitablemente pierde la disputa por el discurso-, dejándonos
con un escenario peligroso para el 2014: un gobierno débil con formación
autoritaria y funcionarios a espera que le den luz verde para lograr mantenerse
en su cargo sin mayor fiscalización.
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