Como ha
quedado ampliamente demostrado por diversos tratados de la cultura popular como
El Caviarómetro[1] o Caviares Saltarines[2],
el término “caviar” ha traspasado las fronteras ideológicas y se ha convertido en
el Perú en una suerte de estilo de vida, una mezcla de soberbia no merecida
mezclada con confusionismo ideológico y una fuerte dosis de inutilidad política.
Hasta hace poco el término aplicaba en general a los izquierdistas que reclaman
redistribución al mismo tiempo que acumulan mucho dinero en sus bolsillos, pero
con la segunda década del siglo XXI la variedad de caviares ha aumentado, y con
ello su más reciente aberración: el caviar de derecha.
El caviar
de derecha es aquel que esputa rabia contra la izquierda por que ésta “ataca a
los empresarios”, pero es incapaz de él mismo hacer una empresa o destacar por
sus méritos en su empleo, viviendo normalmente de su apellido o los contactos
de su papá. Así como el caviar tradicional, viene de una familia de clase media
alta (por lo menos) pero se esfuerza en negarlo de todas formas, dado que tiene
miedo en ser descalificado políticamente por ser “pituco”.
Nunca verán a un
caviar de derecha en un bar de mala muerte en algún distrito popular; es más
posible que lo encuentres en restaurantes a los que nadie va o en reuniones
privadas con gente que piensa como el, dado que odia la confrontación y espera
que todos escuchemos con beneplácito sus “innovadoras” ideas.
Alerta Caviar |
Estos
pseudo liberales nunca atacan a la dictadura de Fujimori –que de liberal no
tuvo más que asesores en el MEF-, y sin ser militantes fujimoristas (muchos
cholos) argumentan que la corrupción y los asesinatos eran necesarios para
defendernos del legado del primer gobierno aprista (muchos más cholos). Rutinariamente
habla en contra de los candidatos clientelistas, pero siempre vota por alguno
que hace precisamente eso. Nunca hace campaña abierta por algún candidato (porque
eso no le gusta a sus “fans”), y se mantiene haciendo campaña silenciosa atacando
al resto sin comprometerse. Como es de esperarse, rutinariamente habla de la
necesidad de un partido a fin de sus intereses, pero nunca se inscribe en uno o
hace algo por llegar a ese objetivo.
Ídolo caviar Bono y su maestro Bush |
Así, los
caviares de derecha divagan por el mundo pontificando sobre la superioridad de
su posición como si ellos hubiesen ganado la guerra fría (no le ganan nunca a
nadie), y posan de cultos por escuchar música rebuscada pero se sienten
culpables de tararear las canciones que escuchan en la combi. Estos especímenes
existen y ahora hasta tienen sus comunidades virtuales donde le dan vida a la
izquierda creando un cuco de ella. Detestan a todas las fuerzas organizadas
(complejo “los partidos apestan” como dijo PPK) y esperan a la segunda vuelta
para acomodarse a la situación. Como todos los caviares, también están negados
para hablar en público o convencer en asambleas, por lo que optan por la
indignación y la rabieta para hacerse conocidos. En algunos casos llegan a los
medios de comunicación como “analistas independientes” o “técnicos”, pero todos
saben que han llegado allí por amigos de promoción de alguna universidad
privada.
Como no
tienen nada que perder ni defienden a nadie, los caviares de derecha amenazan
con arrebatarle a los caviares tradicionales el discurso de odio y exclusión
hacia los otros, vamos a ver si con el tiempo lo logran.
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