El tiempo
pasa volando, y como si no hubiese sido suficiente con las revocatorias en todo
el país, el
2014 estamos oficialmente en año electoral. Para variar, las máquinas mediáticas bien aceitadas por dinero de todas las procedencias nos bombardearán con mensajes optimistas y fotomontajes cada vez mejor elaborados, pero habremos llegado a otra elección sin mayor discusión sobre lo que podemos hacer para que el resultado represente de manera efectiva los intereses de la población y para que los partidos dejen de ser vientres de alquiler de empresarios y personas cuestionadas sin trayectoria de servicio como viene pasando hasta el momento. Frente a este panorama, es urgente impulsar una reforma electoral que incluya los siguientes puntos: Voto voluntario, y otorgar a la ONPE la responsabilidad de elecciones internas obligatorias en los partidos.
En un país
donde plaga la informalidad, la obligatoriedad del voto sólo logra que los
millones gastados por personajes improvisados compren el voto de gente que no
está interesada en quien eligen, causando un círculo vicioso de mediocridad que amenaza con perpetuarse en la política
peruana. En defensa de la imposición se han alineado más de una vez el
nacionalismo, el fujimorismo y sus aliados[1],
argumentando que era una “estrategia de un sector para ganar las elecciones”, a
pesar de que cuando se presentó la propuesta (el 2010) se dejó claro que era
para iniciarse el 2014. Si logramos presionar para que esto cambie, una
excelente forma de iniciar el proceso por la libertad del voto sería usarlo
para los procesos de revocatoria, afianzando así la gobernabilidad de los
alcaldes, dado que sería más difícil para los revocadores obtener los votos
necesarios. Las elecciones del 2016 o las del 2018 serían interesantes
objetivos.
Respecto al
debilitado sistema de partidos y la falta de legitimidad interna de sus
autoridades, la experiencia del domingo 11 de agosto en Argentina es
aleccionadora. Ése día, por segunda vez en su historia, se utilizó en dicho país
el mecanismo de elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias para
elegir a los candidatos que competirán en las próximas elecciones congresales
del país gaucho. Mediante este mecanismo los candidatos de cada partido son
elegidos en una votación abierta a todos los ciudadanos en un proceso conducido
enteramente por el ente electoral; además, los únicos partidos admitidos en la
elección nacional son lo que superan una valla del 2% en la juridcción que
esperan representar. ¿Porque no podemos reproducir ese sistema aquí? Actualmente la ONPE sirve de “apoyo logístico”
para las elecciones de los partidos, legitimando las imposiciones y no
ocasionales fraudes que se dan en las internas de los partidos. Con esta
reforma haríamos que si alguien quiere participar en política, por lo menos
tenga que hacer trabajo político y no encaramarse en un vientre de alquiler con
el único objetivo de hacer dinero, un mecanismo cada vez más común en muchos
lugares.
Si los
ciudadanos conscientes de todas las tendencias políticas empezamos a mover
estos temas podremos mejorar la representación política de nuestro país y
alejarnos de discusiones estériles que nos dividen en vez de hacer causa común
por las cosas más importantes. Con el voto voluntario y elecciones primarias
abiertas podremos también pelear por otras reformas, como la renovación por
tercios del congreso (que se da en muchísimos países), elecciones directas para
más autoridades locales, la eliminación del voto preferencial, y un largo etcétera
que la nueva generación de peruanos tiene que enfrentar para consolidar nuestro
proceso de desarrollo.
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