Por Javier Ivan Arenas
En los últimos días el secretario regional del PAP Andrés Tello (compañero y sobre todo un amigo al que respeto y valoro profundamente) ha emitido opiniones y criterios que avalan la capacidad de gasto del actual presidente regional Javier Alvarado. Los datos presentados corroboran que, según el MEF, infaliblemente Alvarado ha superado en capacidad y ejecución a sus antecesores Mufarech y Chui.
Hay, creo, un modelo de populismo regional que lidera Alvarado y se ampara en dos premisas. La primera es que hay una maquinaria de propaganda efectista que repite el sambenito inobjetable que la capacidad y ejecución supera a sus antecesores, campaña gobeliana permanente que Tello queriendo o no sacramenta y la segunda premisa descansa en el caudillismo populista. Es de conocimiento común que la preocupación del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) como de especialistas, conocedores y periodistas es que se pase a una etapa cualitativamente superior donde el presupuesto del aparato estatal sea medido no sobre la cantidad sino por la calidad en lo que se invierte. A toda esta estrategia el MEF la llama “presupuesto por resultados”. Si, la gestión de Javier Alvarado, según los datos de Transparencia Económica, ha llegado a liderar la capacidad de ejecutar, superando sorpresivamente a Mufarech y Chui, pero no hay datos suficientes que en calidad e impacto de esta inversión puede escribirse lo mismo. ¿Por qué hasta ahora no hay una evaluación honesta y particular sobre los proyecto de escuelas deportivas o de modernización de la educación vía entrega de laptops, los proyectos emblemas de Alvarado? Según los datos de la Evaluación Censal de Estudiantes 2012, la brecha de comprensión lectora entre escuelas públicas y privadas había subido e informes del año 2013 nos dejan muy por abajo de Moquegua, región que tiene cifras similares de analfabetismo que la nuestra (y con mejor gestión). Otra pregunta es ¿por qué no hay una opinión alternativa sobre los resultados del proyecto de equipamiento y cobertura de la salud en los distritos más alejados (compra de ambulancias) o el proyecto de origen cubano “Médico de familia”?
El modelo populista regional de Alvarado tiene además una falla de origen. Su falta de visión de un mediano y largo plazo. No es planificación en el sentido propio sino es proponer una agenda de desarrollo y competitividad que supere los límites electorales e incluya espacios más largos de tiempo. Política de largo aliento que generen un “ideal”, un “destino manifiesto”, una “onda larga” de compromisos con objetivos concretos; por ende un pacto regional entre las fuerzas políticas y productivas regionales. La planificación del presupuesto público está sujeta en tanto a una visión general, a un largo plazo. Lo que hace Alvarado es proponer una agenda política personal y atada a sus intereses inmediatos. Así, el presupuesto regional, como consta el mismo Tello, ha municipalizado su actuación, inversión desmenuzada que recoge aplausos de hoy y problemas para mañana sin indicadores globales en el impacto y la calidad de vida del ciudadano.
El desarrollo no nace por arte de magia. Por el contrario el desarrollo necesita de un financiamiento. Si algo bien ha hecho el Perú en estos veinte años es capitalizase para poder financiar este desarrollo. Estamos por ende en una “coyuntura crítica”, la cuarta en la historia republicana, donde el salto del crecimiento al desarrollo depende de la conducción de la política y los políticos. Si el modelo populista regional continúa dilapidando los recursos con objetivos personales y no aprovecha este momento para dar el “salto adelante” las alegrías de hoy serán la frustración para las generaciones futuras.
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