Los peruanos tenemos lecciones muy
importantes que tomar del crecimiento chino de las últimas décadas, en especial
en adaptarnos al proceso de urbanización
que conlleva el desarrollo que vivimos desde que se abandonaron las políticas
proteccionistas que se propiciaron en las décadas de los 70´s y 80´s. Más allá que
elogiar la liberación de mercados, la cual no causa desarrollo en sí mismo,
debemos prestar atención a lo que está haciendo China para lograr una sociedad
de bienestar en una sociedad que –como el Perú- hasta hace relativamente poco
tiempo estaba caracterizada por la pobreza rural.
La cantidad de chinos que viven en
ciudades ha pasado de un 18% en 1980 a un 52,6% el 2012, proyectándose a ser un
70% en el 2030. La estrategia planteada por los gobernantes chinos es la de
creación de empleos en el sector de servicios, enfatizando la absorción de la
mano de obra venida del campo, y una masiva inversión en infraestructura con
bajo costo energético que promueva la creación de nuevos puestos de trabajo[1]. Unos de
los aspectos más interesantes del proceso de urbanización son la creación de un
nuevo sistema de registro de hogares, sistemas de impuestos flexibles, pensión
automática para migrantes del campo y la posibilidad para ingresar a la
universidad. Lejos de la visión cortoplacista que ha caracterizado al proceso
de urbanización peruano, en donde ha imperado el desorden y la desigualdad, en
China se están comprometiendo con absorber a los migrantes dándoles trabajo,
casa y educación. Sólo nos podemos imaginar que sería del Perú actual si el
Estado hubiese invertido en educación si quiera para un tercio de los migrantes
que llegaron a la capital en la década de los 70´s.
Sin embargo, China también tiene
problemas, especialmente en el campo ambiental, que todavía están por
resolverse a plenitud. La contaminación causada por la rápida industrialización
ha causado quejas en varias ciudades; sin embargo, como apunta la profesora de
Yale Karen C. Seto, la urbanización China es en realidad un conglomerado de procesos,
con algunas ciudades consolidándose mientras otras recién están siendo
prácticamente creadas desde cero[2]. Otro
problema que China debe enfrentar es que al ritmo de urbanización que tienen,
es probable que en la próxima década la mano de obra empiece a escasear (ya no
habrá más campesinos pobres por “integrar”), desacelerando el crecimiento
productivo que ha caracterizado a la república asiática desde las reformas de
Deng Xiao Ping.
En el Perú, la tasa de urbanización
se encuentra en un 74%, con una proyección de lento crecimiento en el futuro.
Sin embargo, nuestro proceso ha sido caracterizado por la informalidad y la
poca inversión en servicios públicos, legando a la generación del siglo XXI un
país con baja educación y poca infraestructura; sin embargo, el enfoque de los
últimos años de mirar hacia el mercado chino va a llevar inevitablemente al
intercambio de experiencias en materia de políticas públicas de urbanización.
Depende de la nueva generación de peruanos absorber lo mejor de ellas y avanzar
hacia adelante.
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