POR VÍCTOR RAÚL CRUZADO
RIVERA
SEC.
PROV. PAP - PACASMAYO
Fue emocionante situarme en la estación de la Cultura (me imagino por estar entre la
Biblioteca Nacional y el Museo de la
Nación) y empezar a decodificar lo que debía hacer a fin de logar por primera vez en mi vida subirme a un
tren eléctrico, sin imaginar que iban a
ser muchos los sentimientos y reflexiones que este viaje iban a despabilar en
mi.
Por fin descifré
el enigma y me adentré
en sus entrañas, con tarjeta en
mano descubrí un nuevo escenario, una nueva realidad, así en cada estación
subían y bajaban seres en lo que podía leer en sus rostros la inmensa satisfacción de contar con este medio de
transportes, pero sobre todo la seguridad de remontar distancias sin soportar
las bocinas, los embotellamientos y la tugurización de otro transporte que poco
a poco debe ser ordenado.
Conocer una
obra de tal magnitud, que no solo eleva
el espíritu de todos los que la vivimos, sino que enseña, al Perú entero, cual debe
ser la finalidad primera y el camino a seguir por un gobierno, generó en el
escritor la inmensa satisfacción de saber
que el tiempo, que todo lo consume y todo lo devora, se encargó de
permitirle a su impulsor la posibilidad de materializar sus sueños de juventud
y con ellos demostrarle a adversarios y seguidores, cuan acertada fue una
decisión política de los años ochenta que hoy en pleno siglo XXI, transforma y
redime bajo la premisa máxima que todo puede sacrificarse, menos el derecho
inalienable que tienen los peruanos de contar con medios de transportes,
rápidos, masivos y seguros.
Así la línea férrea, de ida y vuelta, fue para mi el laboratorio donde efectué un pequeño análisis sobre la vital
importancia de una obra satanizada por
los noventa y marginada por el Sr. Toledo, quien pese a haber vivido en el extranjero,
no supo alzarse por encima de los celos cainitas y entender que Lima necesitaba desde hace mucho un
medio de transporte de esta magnitud.
Con esta obra ganó la Lima de los Reyes,
de los Quispes y de los Chávez, ganó el
Perú sencillamente, el soberano tiene hoy más tiempo para la familia, para
desarrollarse; recorrer un tramo en
media hora de lo que antes hacías en dos horas y media si que es
revolucionario, se eleva la calidad de vida del ser humano y se le da la
posibilidad de disponer de ella con mayor eficiencia y eficacia, rescatándolo
del caos que implica remontar distancias en un bus o en una combi, esta obra
debe ser continuada y emulada en otras
latitudes del país, nuestros gobernantes deben comprender que invertir en
transporte, en carreteras, en medios seguros y rápidos es invertir en el futuro
de nuestra patria, sino lo hace el señor
Humala urge que en el 2016 se elija un
gobierno que asegure continuidad en las grandes obras o usando terminología palaciega, de luz verde al tren del futuro.
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