Solucionética – Que
los malos periodistas no se salgan con la suya. Por Luis Zaldívar
El día de hoy buena parte de la prensa ha cantado victoria
por la observación presidencial a la ley que prohíbe la difusión de audios u otras formas de registro de imagen y sonido de tipo privado que no contengan pruebas flagrantes de un delito, ley
que los repetidores de la farándula periodística han llamado “ley mordaza”
porque según ellos atenta contra la libertad de prensa. A pesar que la ley fue
consensuada por todas las fuerzas políticas ha quedado claro en más de una vez
que la ley sí permite la difusión de audios que tengan contenido criminal. Sin
embargo, el presidente Humala ha preferido tirar la pelota y dejar que los
empresarios televisivos continúen lucrando irresponsablemente de las
conversaciones y encuentros privados de las personas.
Entre los argumentos principales que he escuchado en contra
de esta ley está que de haber sido vigente años atrás, no nos hubiésemos
enterado de actos delictivos del pasado*.
Falso. La ley sólo restringe la difusión de conversaciones que no tienen
contenido ilegal; para tal caso, lo que tienen que argumentar los detractores
de la ley es por qué se convierte en asunto de dominio público lo que dos
personas hablan en privado si es que no están hablando de romper la ley. Por
ejemplo, el célebre audio de Lourdes Flores difundido por Jaime Bayly donde le
da una rabieta y pide que “se metan la alcaldía al poto” ¿en qué forma era de dominio público? ¿En verdad creemos que los políticos son
gente que no dice esas cosas? De la misma manera, los famosos “petroaudios” que lo único que lograron fueron venganzas políticas, ¿en qué medida informó a
los peruanos de algo trascendente? En el fondo, los únicos beneficiarios de ese
tráfico de audios fueron los medios de comunicación que vendieron muchos
periódicos y obtuvieron muchas ganancias de rating. Puro titular, nada
concreto. La mayoría de los casos en los que los audios tuvieron material
ilegal –principalmente los del fujimorismo– hubiesen podido ser sacados sin
ningún problema bajo esta ley.
Lo que pasa es que
algunos periodistas que perdieron su trabajo por irresponsables como Augusto ÁlvarezRodrich o algunos otros involucrados directamente con el tráfico de audios como RosaMaría Palacios quieren usar su poder mediático para hacerle creer a los peruanos que ellos son
la moral del país, como si nadie se acordara de su entusiasta silencio durantela corrupta década fujimorista.
En su cuenta de twitter Rosa María Palacios ha llegado a
decir que “los audios igual se colgarían en youtube y todo el mundo se
enteraría”. Hábil retórica, pero hace falta recordarle a la Madre Teresa de ATV
que son ellos mismos, los grandes medios de comunicación, los que financian el
negocio del chuponeo pagándole a los extorsionadores por los audios. Si los
medios masivos de comunicación no pudiesen difundir audios con contenido que no
es de interés público, los extorsionadores simplemente se quedarían sin dinero.
Al final, la mafia del chuponeo vive del negocio de sacarlos a la luz en los
medios de comunicación, no harían suficiente dinero simplemente siendo pagados
por otros políticos para sus vendettas.
Las observaciones enviadas al Congreso por el Ejecutivoorientan la ley a la publicación de todos los audios que se consideren de“interés público”[8]
sin importar su contenido; es decir, cualquier cosa que los medios reboten lo suficiente
para que se convierta en tema de interés público. Obviamente Humala no quiere
ganarse un problema con los hombres más poderosos del país que saben que
financian indirectamente el tráfico de audios y consideran que el tener estos
audios les da un poder especial sobre las fuerzas políticas; como siempre, los
peruanos con más poder político son los que hacen dinero de hablar mal y
extorsionar a los políticos de carrera.
No todo está perdido, el Congreso aún puede insistir
devolviendo la ley al presidente y reclutando personajes mediáticos que se unan
a esta causa. Una vez más, esto no se trata ni lejanamente de impunidad a actos
delictivos de políticos, se trata de separar claramente cuál es el dominio
público y cuál es el dominio privado.
La interceptación hacia una comunicación privada, sea oral, digital o textual tiene como fin obtener indicios sobre asuntos de interés público, entonces la secuencia es primero infiltrar el dominio privado para lograr informes de dominio público. En los petroaudios no hay asuntos privados sino entretelones de un lobby con ventajas y premeditación para un lucro privado ilícito.
ResponderEliminarPara eludir el tráfico con los datos interceptados bien podría estipularse que dicha información para su validez deba ser entregada a un juez anticorrupción, a la fiscalía, al contralor, a la defensoría del pueblo, con cargo a pronunciarse en las 24 horas de su valor como interés público.
Estimado:
ResponderEliminarTiene razón. Pero bajo ese razonamiento, aún no entiendo porque los audios que podrían ser eventualmetne de dominio público deben ser publicados en medios de comunicación. En el caso de los petroaudios, estos hablaban de un lobby que nunca se llegó a dar, y por lo tanto podrían ser usados sólo como prueba ilegal dentro de una investigación, de ninguna manera como lo utilizó la prensa para hacer rating.
Saludos
Luis Z.