"Disentir
es uno de los derechos que le faltan
a la Declaración de los Derechos Humanos" (2009)
a la Declaración de los Derechos Humanos" (2009)
Jose Saramago
En las últimas semanas ha comenzado a tomar fuerza el
discurso que promueve la revocatoria de Susana Villarán del sillón municipal.
Teniendo en cuenta que pocas cosas me son más agradables que continúe la
derrota política del sector político que actualmente gobierna (o desgobierna) Lima,
creo tener cierta autoridad para denunciar la mala sangre y oportunismo que
está imperando en el reclamo por la
revocatoria.
Por un lado, es peligroso que la clase política le diga a la
población que la democracia es una simple cuestión de popularidad. Como
sabemos, la señora Villarán ha hecho grandes esfuerzos en ser impopular
empezando por gastar sus primeros meses atacando a la gestión anterior, lo cual
terminó en un informe que no dijo absolutamente nada,
pero el caso no es aislado y la gran
mayoría de autoridades locales no han sido elegida por mayoría, sólo habiendo
recibido poco menos del 40% de los votos,
así que tendríamos que volver a elegir a gran parte de los alcaldes del país si
es una cuestión de mayorías. Además, la elección debería ser declarada nula por
no representar al 50% más uno, y se deberían hacer elecciones una y otra vez
hasta que haya mayoría. Claramente este razonamiento es un absurdo, y no
permite a una gestión enfocarse en mejorar sino en defenderse políticamente, lo
cual no puede ser bueno para la ciudad.
Además, el pedido de revocatoria demuestra tener poco
interés en la institucionalidad de la democracia. Al más puro estilo de Hugo
Chávez o de Humala pre-Favre, el pedido de revocatoria viene de la mano con un
pedido de participación ciudadana, como si la democracia estaría hecha para el
calendario electoral. Democratizar significa organizar a la ciudadanía no sólo
para reclamar sino para proponer e involucrarse con el proceso de desarrollo;
sin ese trabajo, la clase política queda a merced del que tenga más dinero para
movilizar personas, y a ese punto le
dedico las últimas líneas de este pedido de cordura.
Me indigno con hacer campaña por la revocatoria para hacerle
el juego al fujimorismo, a Castañeda, a Kouri o a cualquier otro personaje
político mercenario que trabajan bajo los moldes de la demagogia y el burdo
populismo a base del dinero de campaña. Yo se que todos los opositores a la
pseudo izquierda queremos que el pueblo observe como los paladines de la moralidad
y la gestión de pizarra no pueden ni siquiera echarle arena a una playa, pero
¿vale la pena estar trabajando para la mafia? Ni siquiera el PPC está a favorde la revocatoria,
lo cual dejaría solamente al fujimorismo con su candidato Kouri y al pragmático
(en el peor sentido de la palabra) Castañeda como los impulsores de esta
carísima iniciativa por la cual estemos seguros jamás vamos a saber el
financiamiento. También he visto muchos apristas entusiasmados con el tema,
ojalá se den cuenta que no vamos a ganar nada de esta iniciativa fujimorista, y
que si no se llegan a colectar las firmas (ya me imagino como Villarán va a
soltar dinero fácil para contentar a las masas) van a ser ellos los atacados.
Por último, si la revocatoria avanza -lo cual veo improbable- yo seré el primero en
reconocer que la principal causa que esta administración municipal sea un
fiasco para muchos es la vieja costumbre de los allegados a fuerza social a
creer que son los únicos dueños de la verdad. Ya estamos cansados de sus poses
de renovadores de la política cuando nunca pueden concretar nada, y ya estamos
hasta la coronilla de sus diagnósticos de 7 minutos para los canales de
televisión. Si la revocatoria se da, será por su propia ineptitud, y a llorar a
la playa porque, finalmente, la revocatoria es un proceso absolutamente legal y
acorde con la constitución. Pero Fuerza
Social escupió al cielo, no cometamos el mismo error.
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