Por: Víctor Raúl Trujillo de Zela
Jaicec Espinosa Sandoval
El Instituto de Opinión Pública de la PUCP realizó durante las elecciones del 2011 una encuesta sobre las percepciones de la gente respecto al Apra. En una de las preguntas, dicha encuesta se refiere a la simpatía que tienen los ciudadanos por las organizaciones políticas, en la que el 5,5% de encuestados dice simpatizar con el Apra. En otra, se hace referencia a la probabilidad de votar por el Apra, en la que el 16,5% probablemente lo haría. Por último, el 30% afirma que el Apra es un partido que debería renovarse totalmente y jubilar a la mayoría de sus líderes.
Esto nos muestra que el Apra se encuentra en una disyuntiva muy grave, pues o cambia y se reinventa para atraer más simpatizantes y servir al país, o sigue en la ya fosilizada dinámica que lo ha reducido al 5,5% a pesar de su exitoso segundo gobierno, reconocido así por el presidente Barack Obama, pero que muy pocos apristas hemos sabido defender. Y para esto no hay baritas mágicas ni golpes de suerte, pues este partido se fundó y construyó con mucho esfuerzo y dedicación gracias a una generación de superhombres liderada por Haya de la Torre. Para luego de 50 años poder llegar al poder en dos oportunidades gracias al inmenso trabajo de Alan García y su equipo, que supieron reorientar al Partido del Pueblo a los nuevos intereses de la gente. Basta ya de la maña y el compadrazgo de los que nunca conocieron a Haya de la Torre y ahora usan su nombre para Dios sabe qué.
Es pues hora de dar un cambio total en la manera de hacer política, solo así se podrá prolongar por 30 años más la vida del Apra. Para ello le urge nutrirse de una tecnocracia propia, con cuadros que pongan sus valiosos conocimientos al servicio del país y que sepan sintonizar con los nuevos grupos emergentes y con la nueva clase media que llega ya al 50% de la sociedad y que está totalmente desideologizada. Y esto solo se puede hacer de la mano de los jóvenes que ven y sienten la política de otra manera, y que utilizan las nuevas herramientas que ha traído la revolución tecnológica para comunicarse y organizarse.
Se necesitan dirigentes que sean cercanos a la gente, pues estamos en una sociedad cada vez más horizontal; se necesitan líderes que sepan lo que es viajar en combi una hora para ir a estudiar y trabajar, como lo hacen miles de peruanos. Pero por sobre todo, se necesitan brigadas de voluntarios, profesionales o no, que trabajen al lado de los más pobres, cumpliendo así el histórico rol del Partido del Pueblo. Y lo más importante, se necesitan mentes jóvenes, sin odios ni complejos, para que conversen con todas las fuerzas políticas y sociales, buscando solamente organizarse para solucionar los problemas más urgentes de la gente, yendo más allá de ideologías que sirven como norte para la política, pero que el ciudadano de a pie no entiende.
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