Luego de dos años de confusa y enredada gestión, el gobierno de Ollanta Humala empieza a mostrar crecientemente signos de debilidad que se han visto reflejados últimamente en las encuestas de aprobación [i]. Esto ya se veía venir luego de los indicadores económicos en el interior del país mostraran un claro desaceleramiento de la economía en esta primera mitad del año[ii]. El desaceleramiento se debe sólo parcialmente al problema de las exportaciones, ya que se trata de un descenso en la inversión en todas las ramas de la economía, entre otras cosas por la ausencia de inversión pública y también por la inseguridad que desalienta a los inversionistas privados.
Considerando que la estrategia de crecimiento de este
gobierno está basada casi puramente en algunos programas sociales como Qali
Warma y Beca 18, el nacionalismo debe estar muy preocupado de su futuro. Si a
esto se le agrega que el señor presidente tiene serios problemas de
comunicación con la prensa, los problemas se van acumulando sin visto alguno de
respuesta.
Esta situación se agrava con los conflictos sociales que dominarán
la agenda en los próximos meses: Patria Roja ha decidido iniciar de nuevo
protestas contra el proyecto Conga luego de un año de calma debido a las torpes
declaraciones del presidente, quien volvió a decir que “Conga Va” [iii]; la parálisis del proyecto Quellaveco ya ha
costado una reducción del 40% en al demanda de empleo en Moquegua [iv]
y los comuneros de Cañaris probablemente estén rumbo ganar una demanda al
Estado en contra del proyecto minero Cañiaraco [v].
Un gobierno con un presidente que no comunica y que es tildado de traidor por
sus propios electores está en una pésima posición para hacerle frente a estos
problemas.
La respuesta lógica en estos momentos sería buscar la unidad
de las fuerzas políticas para generar confianza a la inversión y poder negociar
para beneficio de la población. Es de importancia recordar que muchos proyectos
petroleros se han detenido hasta nuevo aviso [vi]
y los empresarios mineros están jugando a la expectativa con el gobierno [vii].
Sin embargo, el gobierno ha optado por la otra opción, que es la de perseguir a
sus opositores, no aclarar los gastos en inteligencia, empezar una absurda y
temprana campaña reeleccionista y
desprestigiar a la clase política para jugar a ser el nuevo caudillismo del S.
XXI.
Hace dos años la pelota estaba en la cancha de Humala, pero
ahora parece que Ollanta se las ha agenciado para tener más de una pelota en
una cancha muy grande, lo cual no le ayudará así tenga comprado al árbitro y
chuponeados a los directores técnicos. Urge que el gobierno tomar definiciones,
está a favor o en contra la concertación y el acuerdo nacional, si está a favor
o en contra de la reelección conyugal, si está a favor o en contra del indulto
a Fujimori, o si está a favor del fraudulento gobierno de Maduro. Para eso lo
necesitamos, señor presidente, permítase tomar decisiones.
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